Cuando el río Biobío era una ruta para navegar
Durante el Siglo XIX era utilizado intensivamente para el transporte de maderas, curtiembres y productos agrícolas desde las zonas rurales a Concepción. También se movilizaban pasajeros a bordo de botes especialmente diseñados.
Los recursos hídricos de la Región están asociados a la presencia de dos grandes hoyas andinas, Biobío e Itata, y de algunas cuencas costeras de importante influencia en el área litoral, que albergan una gran concentración urbana e industrial. Estas cuencas costeras son las de los ríos Andalién, Carampangue, Paicaví y Lebu. Además de estos sistemas fluviales, nuestra zona cuenta con importantes recursos hídricos lacustres, entre los cuales destacan los lagos Icalma y Galletué, cuerpos que dan origen al Biobío; y la Laguna del Laja.
La hoya del río Biobío es la tercera más grande del país, después de las de los ríos Loa y Baker. Se extiende sobre un área de 24.260 kilómetros cuadrados que incluye parte de las regiones del Biobío y La Araucanía. Esta área corresponde aproximadamente al 3% de la superficie continental del país y el 72% de la superficie de la cuenca está ubicada dentro de la Región del Biobío, mientras el restante 28% se encuentra en La Araucanía.
La cuenca hidrográfica contiene 15 subcuencas menores. Las principales corresponden a las del Alto Biobío y las de los ríos Duqueco, Bureo, Vergara y Laja. Su régimen hidrológico en el Alto Biobío es más bien nival, pero en el curso medio, recibe aportes de lluvias, pasando así a un régimen mixto.
Influencia
El Biobío es un río histórico por excelencia, su presencia ha motivado hechos relevantes para la historia nacional y a su alrededor se creó un espacio que, moldeado por el hombre, ha dado como resultado la formación de una cultura de choque, de encuentro y asimilaciones recíprocas entre la población indígena y la proveniente de Europa.
El río Biobío y el territorio de su cuenca hidrográfica ofrecieron a los conquistadores toda su variedad de espacios y recursos naturales y, particularmente, su generosa provisión de aguas para el desarrollo de los primeros asentamientos humanos, así como elementos de protección contra el ataque de la población indígena. Los primeros fuertes, villas o ciudades, fueron fundados a orillas de algún río del sistema fluvial del Biobío, en lugares donde el clima y las condiciones de defensa eran favorables a las personas y a la crianza de animales. Ello no era una mera costumbre, las leyes de Indias lo establecían así desde los primeros tiempos de la Conquista. En estas leyes se estipulaban las normas que debían observarse para aprovechar el agua, la leña, los pastos y demás recursos en cada asentamiento urbano que los españoles fundaban. Todas las ventajas y desventajas de estos enclaves, que hoy son nuestros pueblos o ciudades, tienen en parte importante su explicación en la toma de decisiones realizadas hace siglos y en la continuidad histórica que llega hasta nuestros días.
El río es el elemento natural estructurante del paisaje local, sin duda, el más importante factor de identidad regional. Condicionó la vida de los habitantes de la zona, influyendo en múltiples aspectos, que van desde aquellos relacionados con la seguridad de los asentamientos urbanos y el crecimiento económico, hasta los que tienen que ver con las expresiones artístico-culturales. La literatura hispano-colonial y posteriormente la nacional, muestran, en incontables ocasiones, la presencia de este elemento natural. Científicos de renombre mundial, como Domeyko, Poeppig, Gay y el mismo Darwin, lo visitaron y dejaron testimonios de admiración.
Navegable
Las crónicas de los conquistadores dan cuenta de que el Biobío era navegable ya en el siglo XVI. Durante la Colonia y parte de la República, el río tuvo su mayor relevancia por constituirse como el principal punto de unión y comercio entre Concepción y el Territorio de la Frontera. Es así como, durante el siglo XIX, cerca de 200 pequeñas embarcaciones de remo y vela navegaban el Biobío. Este tránsito se incrementó con la creación del Departamento de Nacimiento en 1840. Una antigua división territorial que pertenecía a la Provincia de Concepción y cuya cabecera fue Nacimiento, creada sobre la división del antiguo Departamento de Lautaro.
Las embarcaciones eran planas y algunas llegaron a tener ruedas de paletas para deslizarse sin dificultad en las partes bajas del río que creaban los bancos movedizos de arena. Desde el interior se transportaba mercaderías como maderas, curtiembres, productos agrícolas y otros; así como a los habitantes de las localidades más rurales que se acercaban por esta vía a Concepción.
El viaje desde Nacimiento a favor de la corriente duraba 12 horas y para remontar, el regreso tomaba 2 días. Así quedó registrado en los testimonios de archivos del tráfico de carga y de pasajeros.
En 1855 llegó a la navegación del río el primer vapor fluvial de carga y pasajeros. Un año más tarde se agregó un nuevo barco, lo que da cuenta de la cantidad de flujo que existía en esta ruta fluvial. Esta red navegable no terminaba en el Biobío, sino que se movía también desde y hacia sus afluentes, las que se unían por embarcaciones livianas a otros puntos del extenso Departamento de Nacimiento, como el río Vergara hasta Angol; el río Renaico y el Malleco; el río Bureo y el Tavoleo, entre otros.
Gracias a este transporte nacieron centros productores como Palmilla, establecida en 1852 cuando se empezó a extraer buena madera de sus contornos, la que para su comercialización bajó por el mismo río Tavoleo hasta el Biobío. Ya a fines del siglo XIX se recomendaba que, al navegar, aunque fuera en un bote, era necesario servirse de un avezado local con el objeto de evitar los bancos de arena.
Sin duda que la causa de la pérdida de la navegabilidad del río fue el paulatino embancamiento del lecho, especialmente la parte que enfrenta a Concepción, producto del terremoto del 20 de enero de 1835, que levantó la costa y embancó el río. Al ir perdiendo esta ruta comercial y de pasajeros que había servido hábilmente durante más de medio siglo, se debía buscar una nueva manera de responder con una mayor efectividad a esas necesidades. Situación que la llegada del Ferrocarril a Concepción resuelve con ahínco, así como la construcción en 1889 del Puente Ferroviario.
Hoy en día, los sedimentos que arrastra el río provienen de la superficie de la cuenca o de fuentes externas, originadas en las actividades industriales y por los asentamientos urbanos. Todo esto muestra que su navegabilidad es una actividad del pasado, pero que podría restituirse, aunque fuese solo con un propósito turístico.