Emotivo testimonio del sampedrino en Ucrania
Rodrigo Provoste trabaja hace unos siete años en un hogar de beneficencia en la ciudad de Odesa, la cual, en los últimos días ha sufrido el ataque del Ejército Ruso. El oriundo de Candelaria sigue firme con los niños del recinto.
Hace cinco años, Rodrigo Provoste invertía su tiempo en ayudar a personas en situación de calle en Concepción. Esa misma vocación de servicio para ayudar al prójimo, lo tiene actualmente en medio de la guerra en Ucrania.
Este misionero chileno oriundo del sector Candelaria en San Pedro de la Paz está dedicado al cuidado de niños en situación de vulnerabilidad. Desde que explotó el conflicto se ha mantenido firme con ellos, escuchando a lo lejos las bombas y rezando para que todo esto llegue pronto a su fin.
Lo que menos quiere Rodrigo es dejar a sus niños, por lo que en medio de la tensa y caótica situación, se dio el tiempo para conversar con La Estrella desde Odesa, la ciudad que se convirtió en su casa hace ya varios años.
"El día a día es incierto. En estos minutos no podemos salir a la calle, ya que están tomadas por los militares ucranianos para que no entre el enemigo a invadir. Estamos en alerta máxima. Los niños tienen que dormir en los bunkers y las personas deben permanecer en sus casas", dice.
Con el paso de los días, se pensaba que podía llegar la calma. Finalmente no fue así: "En esta ciudad hemos sentido y visto misiles que caen a un par de kilómetros. Es una cosa espantosa, estos misiles explotan en cualquier momento, pueden dirigirse a una casa o a una población y realmente puede causar más daños. Los niños siempre están preocupados de esos y también de los aviones, que son los que bombardean".
Pese al peligro latente, este misionero remarca que "tomé la decisión de quedarme con los niños, ya que puedo servir mucho más aquí que en otro lugar. Estoy cuidando a los más adolescentes y el resto del grupo, que son los más pequeños, los llevarán a refugiarse a Moldavia, en los próximos días".
Desde el Gobierno informaron que varios chilenos han logrado salir de Ucrania. Sin embargo, Rodrigo criticó la tardanza para entregar ayuda, lo que provocó que varios compatriotas todavía no puedan cruzar la frontera.
"Es ilógico salir ahora, no hay nada en que movilizarse, estamos con toque de queda y la frontera está muy lejos. Son más de 40 kilómetros de vehículos que están esperando entrar a la frontera. Esto es un colapso total, muchos ciudadanos dejaron sus autos botados a mitad del camino y simplemente se ponen a caminar", relata.
Antes de Ucrania, Rodrigo realizaba diversas actividades con enfoque social en Concepción. Rutas nocturnas en el centro para dar alimentos a gente en situación calle, formaba parte de un grupo scout cristiano llamado "Exploradores del Rey" y visitas al Hospital Regional eran parte de su agenda.
Llegada a ucrania
Fue en ese contexto que conoció a un joven ucraniano que realizaba actividades similares y lo invitó a conocer su país. Corría el año 2015 y Rodrigo recuerda que "Ucrania también estaba pasando por una situación de guerra. Así fue como llegué a ayudar. No fue fácil. De partida no hablo bien el idioma y es un país lejano, con otra cultura y forma de vivir. Sabía que era complicado, pero me dije 'me voy a arriesgar. Soy un hombre de Fe'".
Conoció campamentos para niños afectados por la guerra en diversas regiones y de a poco se fue cautivando de la alegría de los pequeños pese a la gran adversidad.
"Cuando yo estaba jugando con ellos durante el día, se escuchaban cañonazos y ametralladoras muy cerca de donde estábamos. Nunca pensé que me encontraría esa situación, de escuchar esas cosas, después me llevaron a pasear por el centro de la ciudad y estaba bombardeada totalmente; colegios con cráteres inmensos por donde habían pasado misiles, casas hechas pedazos y poblaciones donde todo era un caos", rememoró.
Regreso a Chile
Este misionero no esconde sus deseos de volver a Concepción por un tiempo. No ha sido fácil. Durante la pandemia perdió a su padre y no pudo asistir al funeral. Sin embargo, su amor y ganas de ayudar al prójimo fueron vitales para mantenerse firme.
Volverá a pisar su tierra, eso es seguro, pero su sueño es otro y sigue relacionado a Ucrania. "Quiero comprar una casa en Odesa, cerca de la playa, con un sitio grande para hacer campamentos e invitar a niños que no tienen acceso ni recursos. También acoger a niños huérfanos el máximo que pueda", remarcó.
La relación que forjó con los niños rompió la barrera del lenguaje y la cultura, y ahora lo consideran un padre. "Cuando empecé a dialogar con los niños fue maravilloso, y ya con el tiempo me decían papá. Yo también cocino y les preparo cosas ricas: dulces, galletas y berlines. Cada vez que lo hago me abrazan y están conmigo. Así uno se va ganando su corazón y ellos realmente lo aprecian", comenta emocionado.
Finalmente, y a pesar de vivir una tensión constante, Rodrigo tuvo tiempo para enviar un mensaje a los penquistas: "Espero que esto sirva para la comunidad y que tome conciencia: todo es posible de hacer si uno tiene disponibilidad de dejarlo todo para ir al servicio del que más lo necesita".
"Estos misiles explotan en cualquier momento, pueden dirigirse a una casa o una población
Rodrigo Provoste,, sampedrino en Ucrania
2015 fue el año en que Rodrigo Provoste llegó a Ucrania gracias a un amigo de ése país.