Pescado, indispensable en la dieta
Los pescados son los peces comestibles de esqueleto óseo y cartilaginoso, de hábitat marino o continental. Son ricos en proteínas y aportan vitaminas del grupo B que son importantes para la formación de estructuras celulares de nuestro organismo y el mantenimiento de las funciones del mismo.
Al pensar en pescados y en cuál es mejor para nuestra salud, recordamos el "pescado azul", en cuya categoría se encuentran los grasos como el salmón, atún, jurel y caballa que son ricos en ácidos grasos omega 3. Estos últimos se relacionan con la reducción del riesgo cardiovascular, de eventos cardiacos, mejora del perfil lipídico, actúan como analgésicos en dosis específicas y son muy importantes durante la gestación y lactancia para la formación cerebral y de la retina de los niños.
Según la norma técnica de alimentación del menor de dos años, se aconseja incorporar el consumo de pescado en la alimentación complementaria desde los siete meses y al menos dos veces por semana, prefiriendo los pescados grasos como jurel, salmón y sardina, ya que ayudan al desarrollo neuromotor de los niños.
Está solo contraindicado en aquellas personas alérgicas a este alimento y en menores de seis meses que únicamente deberían estar siendo alimentados con leche materna o fórmulas maternizadas.
La mejor manera de consumirlos es en su estado fresco. Debemos siempre fijarnos en que la carne esté turgente, el abdomen no abultado, los ojos brillantes y las agallas rojas. Si no contamos con pescado fresco, la segunda opción es el congelado, el cual, para que conserve la totalidad de sus vitaminas, minerales, proteínas y grasas buenas, debe tener como máximo un mes desde que se congeló hasta la fecha de consumo. La última alternativa es el pescado en conserva, el que, si bien aporta nutrientes, no lo hace en la misma cantidad o calidad que uno fresco debido al proceso al que se somete para prolongar su vida útil. En caso de consumir conservas, debemos considerar que contienen una gran cantidad de sodio por lo que se aconseja eliminar el agua que traen, lavarlos bajo el chorro de agua y luego comer sin adicionar sal.
Columna
Elizabeth Sánchez Novoa, Académica de Nutrición y Dietética, Universidad San Sebastián