"Queremos que cualquier país que quiera producir esta vacuna, lo haga"
El científico nacional explica en qué consiste su la vacuna inactivada y cómo Chile podría generarla masivamente.
Cuenta Felipe Tapia que en Magdeburgo, y en todo el resto de Alemania, ya se están preparando para un invierno confinados. La segunda ola del coronavirus está golpeando fuerte a Europa y los supermercados están llenos de personas comprando papel higiénico, agua y productos desinfectantes. "Diciembre y enero son los meses más fríos. Por lo tanto, se presume que habrá que cuidarse mucho del virus", dice este ingeniero civil químico puertomontino que encabeza un proyecto para generar una vacuna contra el covid-19.
Tapia estudió en la Universidad Técnica Federico Santa María y luego partió a Europa a hacer su doctorado en vacunas. "No me dieron la BecaChile, así que en vez de comprarme un auto me pagué los estudios", recuerda. Recién al cuarto año le asignaron la beca y eso mejoró su situación: "Estuve varios años comiendo solo pan y atún", dice con humor.
Hoy es un "empleado científico", según la terminología germana, vale decir, es un funcionario público que trabaja para e Instituto Max Planck (MPI). En ese rol comenzó a desarrollar una tecnología para producir vacunas con cultivos celulares. "Nos concentramos en desarrollar procesos de producción más eficientes. Yo desarrollé por el 2013 al 2016 un reactor continuo nuevo que permite producir el doble de rápido vacunas inactivadas. Lo probamos para la influenza por el 2016 y presentamos el proyecto a un jurado en Berlín. La industria de la vacuna hoy está en la época del Sputnik y nosotros nos saltamos al transbordador espacial. Lo que hicimos fue lo más eficiente que hay en el mundo y es el futuro en la producción de vacunas. El problema es que estamos mucho más avanzados que las empresas privadas que tienen inversiones de miles de millones de dólares en sus equipos viejos", explica.
-¿Y qué dijo el jurado?
-Conseguimos 1,1 millón de euros de fondos públicos. Con eso armamos el equipo para construir los reactores y los sistemas de purificación. Llevábamos tres meses y apareció la pandemia, entonces dijimos que había que hacer algo. Tomamos la decisión de trabajar en la vacuna que es nuestra expertise. El problema es que la vacuna inactivada, que es la más probada, la producen solamente los chinos. Cuando quieres producir vacunas solo se puede hacer, por regulación internacional, en nivel bioseguridad 3 y acá nosotros somos nivel 2 solamente. No podemos hacer vacunas inactivadas acá en nuestro laboratorio. Ni siquiera podemos hacer investigación. Entonces empezamos a desarrollar una vacuna inactivada que no necesita nivel 3, sino nivel 1, el más sencillo. Lo que hacemos es básicamente trabajar en células humanas, la GEC 293, que es la que usan todas las empresas de manufactura de vacunas. Usamos la misma, pero la nuestra no es en base a virus infecciosos, sino que hacemos que esta célula exprese las cuatro proteínas del coronavirus. No tiene información genética, por lo que no se replica si la tomo y me la inyecto. El cuerpo cree que es el virus, porque tiene todas las proteínas, y se va a proteger. Al final, si me contagio por razones naturales, mi cuerpo ya está preparado. Esta tecnología ya existe, está probada, la creó el premio nacional de Ciencias Pablo Valenzuela, quien la patentó en los 80, y ya hay vacunas que están aprobadas con historial clínico.
-Y si ya existe, ¿por qué no se aplica para producir vacunas?
-El problema es que no es tan atractiva desde el punto de vista de negocio, porque las vacunas que están en el tope de la carrera son todas nuevas, están patentadas y al haber patentes todas las empresas grandes pueden poner plata para desarrollar la vacuna, porque está protegida por propiedad industrial, lo que asegura la inversión. Nosotros básicamente estamos trabajando en eso y lo que hacemos es desarrollar esa vacuna probando en animales y tratando de llevarla a primates. En paralelo, estamos construyendo los reactores que permiten producir esas vacunas nuestras, y otras, de forma más rápida.
-¿Esto podría estar al alcance de naciones menos avanzadas?
-Somos un grupo de investigación público. No tenemos en la caja millones de dólares para empujar y poner la plata para llegar a la fase clínica 3 y cerrar contratos. Lo que proponemos es desarrollar una vacuna con fondos públicos, que te los pasan siempre y cuando tenga impacto en el público, no en nuestros bolsillos. Estamos interesados en eso, desarrollar la plataforma demostrando que funciona en animales y hacer públicos los datos y que cualquier grupo la empuje más allá. Si uno mira las otras vacunas, esa información no es fácil de encontrar. Lo que queremos es hacerlo público y que quede disponible para que cualquier país o gobierno que la quiera producir lo haga libremente.
Ciencia y chile
-¿Le dolieron los recortes presupuestarios en el ministerio de Ciencia? Básicamente afectaron a las Becas Chile.
-Sí. A pesar de que la razón es que fue por la crisis, los que toman decisiones siguen pensando como hace 10 o 20 años, pero a medida que la ciencia impregne más a la sociedad, en los siguientes 15 años va a ser distinto. La importancia que le van a dar será más grande y no habrá recortes. Acá en Alemania eso ya está internalizado. El Estado financia los proyectos científicos porque cuando son exitosos el retorno es infinitamente superior a la inversión y a lo aportado a los proyectos que fracasan..