Estigma, discriminación y epidemia
La epidemia del Covid-19 ha causado una especie de pánico generalizado, facilitado por la globalización e interconexión en que vive la sociedad contemporánea.
El uso de redes sociales y las relaciones virtuales han proliferado como nunca, permitiendo la comunicación en tiempo real y un alto flujo de información, en contextos marcados por la ansiedad y el temor a la enfermedad y sus consecuencias.
Hoy, la comunidad global se ha enfocado en buscar certezas que den algún sentido a la cotidianeidad y permitan adaptarnos a una realidad cambiante, líquida, que no habíamos experimentado antes.
Pero también han asomado el miedo y la rabia, que desvían las emocionalidades hacia la necesidad de encontrar "algo" o "alguien" a quienes atribuir esta sensación de inseguridad y frustración, traduciéndose en actos lamentables de discriminación hacia diversos grupos humanos.
En efecto, se ha maltratado -entre otros- a trabajadores de la salud y de los servicios esenciales para el funcionamiento de las ciudades, a pacientes positivos al virus y su entorno social, y a personas que se vinculan a ciertas comunidades extranjeras.
Estos actos de agresión verbal o física tienen una alta exposición, al difundirse por redes sociales y medios de comunicación, produciendo un estigma difícil de superar por quienes lo sufren y que sólo entorpece la oportuna atención de salud.
Como sociedad, tenemos el deber ético de reflexionar sobre las causas de este fenómeno y generar las conductas sociales necesarias para prevenir la estigmatización y discriminación hacia cualquier individuo o grupo humano.
En una realidad impredecible y dinámica como la actual, antes de buscar culpables imaginarios, debemos abandonar los temores propios o ajenos y lograr respuestas a escala humana, basadas en valores como la solidaridad, la confianza y el respeto por cada persona y colectividad.