Y tú, ¿qué quieres estudiar? Es la pregunta a la que son sometidos los jóvenes que cada año rinden la PSU. En muchas ocasiones la respuesta es "no sé, dependerá del puntaje… veré para qué me alcanza…". La pregunta tendría que ser reformulada: "Y tú, ¿qué podrías estudiar?", pues se suele requerir un puntaje mínimo para acceder a una carrera.

El centro de todo son los puntajes, pero cuando el asunto se reduce solo a números y rankings, hay aspectos importantes que pierden protagonismo.

Hace un tiempo, una amiga me comentó que recordaba los meses que transcurrieron desde que egresó de cuarto medio hasta el ingreso a la universidad como un verano lleno de expectativas. Más allá de lo que "permita" el puntaje hay que determinar y evaluar qué se quiere hacer con la propia vida.

Propongo dos aspectos importantes a considerar. Primero, el autoconocimiento, que se logra tomando contacto con la realidad, más allá de las relaciones que se establezcan a través de lo virtual. Así se descubren los propios talentos y gustos y se habilita para elegir una carrera técnica o artística por vocación, haciendo caso omiso de la falsa cultura del exitismo que intenta imponer una victoria a base de logros económicos. Segundo, toda vocación profesional implica un aporte al bien común.

En definitiva, la anhelada autorrealización se encuentra al enfrentar la realidad y al fomentar el noble ideal de mejorar la sociedad.

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