El constructor del Concepción que hoy conocemos
Boris Márquez inmortalizó en un libro las acciones que Pascual Binimelis realizó por la ciudad. Entre ellos destaca la pila de la Plaza Independencia y un vapor.
Pascual Binimelis es el nombre de uno de los penquistas más destacados de la historia, pero al mismo tiempo olvidado por la gran mayoría de sus coterráneos. El historiador Boris Márquez quiso revertir aquello, plasmando en un libro de 194 páginas, parte de su obra y de su vida personal.
"Es, en parte, el responsable de la modernización urbana que tuvo Concepción después del terremoto de 1835", sostiene Márquez. El profesional, que hace pocos días lanzó su libro en la Biblioteca Municipal penquista, explicó que antes de titularse de agrimenor en Santiago (lo que hoy sería un ingeniero civil) Binimelis estudió en el Instituto Literario de Concepción, actual Liceo Enrique Molina.
Comenzó su trabajo público en la dirección de obras municipales ordenando el sentido de las calles y realizando las primeras pavimentaciones. "Soñó a Concepción convertida en una metrópoli", agrega Márquez.
La pila de la plaza
En su libro, Márquez sostiene: "La ciudad le encargó una pila y él ofreció un monumento. Una obra grandiosa que se convertiría desde su instalación en un símbolo penquista de modernidad y civismo y, en estas últimas décadas, un emblema del patrimonio de la ciudad".
En el texto se indica que durante la primera mitad del Siglo XIX Concepción carecía del servicio de agua potable y que en el cabildo de 1853 se propuso la fabricación de una pila para surtir de líquidos limpios a la población. Hasta ese momento, varias empresas vendían el agua potable a un centavo por cántaro, el problema era que algunos "aguadores" tomaban su "producto" de lugares expresamente prohibidos.
El encargo del diseño recayó en el recién incorporado director general de Obras Públicas, Pascual Binimelis. Pronto diseñó los planos con un pliego de instrucciones para ser construida en una fundición de Gran Bretaña.
Durante dos años, la ciudad reunió los fondos necesarios para costear los gastos de las obras al mismo tiempo que Binimelis mantenía una nutrida correspondencia para conocer del proceso de fundición y la logística de traslado a Concepción. Sin embargo, la falta de plata impidió que se instalase de inmediato y Binimelis tuvo que meterse a la mano al bolsillo para que recién en 1860 estuviese en las condiciones en que hoy se encuentra.
Teatro y vapor
Como a mediados del Siglo XIX los espacios para la cultura, entretención y el ocio eran reducidos y precarios en Concepción, Binimelis encabezó el proyecto de creación del primer teatro de la ciudad. Éste se emplazó en Freire, entre Caupolicán y Aníbal Pinto y fue inaugurado el 18 de septiembre de 1853 con un baile popular y la primera función fue el domingo 25 del mismo mes con la obra dramática "Teresa" de Alejandro Dumas, con una audiencia aproximada de mil vecinos.
El texto de Márquez señala que los proyectos económicos de Binimelis tenían como principal limitante la marginalidad geográfica. Caminos coloniales y la carencia de ferrocarriles obligaban al traslado de bienes en mula que de Chillán a la costa, por ejemplo, podía tardar hasta cuatro días.
La promoción estatal de la navegación de los ríos, para dar salida a la producción agrícola hacia la costa y la motivación comercial de la empresa Binimelis Hnos. fue aprovechada por Pascual para concretar la construcción del primer vapor 100% chileno. El Quilteu de Concepción, que incluía un vapor y dos lanchas se pensó y construyó en nuestra región, en los astilleros de Talcahuano.
El Quilteu era una máquina modesta, pero cumplía con las demandas de sus dueños, ser el complemento a las bodegas y al mercado de los frutos de la firma. La nave, que pesaba 23 toneladas y medía 55 pies de eslora, fue botada a las aguas el 29 de enero de 1854 ante todas las autoridades de la ciudad y una gran cantidad de personas atraidas por el suceso histórico que contemplarían.
"Fueron jornada de gran excitación para Pascual Binimelis. Degustaba el triunfo que logró con su genio, la satisfacción de quien primero alcanza la meta y descubre los desconocido. Su victoria fue de impregnar de esperanza en el progreso industrial a toda una provincia que soñaba con resurgir de las penurias del aislamiento y la pobreza tecnológica", sostiene el libro.
"Está en la memoria de la ciudad el nombre de Pascual Binimelis, tanto así que la Intendencia da de forma bianual el premio en ciencias y tecnología a las personas que se destaquen en esa área. Hasta hoy, no había un fundamento histórico mayor que pudiera describir cuál fue su aporte y también sus desaciertos", señala Márquez.
"Fue un hombre de emprendimiento, que es el prototipo del penquista, que a pesar de la adversidad, de las dificultades, del clima, de los movimientos telúricos, sale adelante con una ciudad digna y que se convierte a finales del Siglo XIX en la capital del sur de Chile", sentencia.
"Comenzó su trabajo público en la dirección de obras ordenando el sentido de las calles"
Boris Márquez,, autor del libro sobre Binimelis"