Año a año los colegios aceleran y adelantan los procesos de matrícula, comprendiendo que tienen metas en relación a la cantidad de cupos que deben llenar. Si consideramos que el año académico inicia en marzo y finaliza en diciembre, lo esperable y lógico sería, darle la oportunidad al niño de cerrar su ciclo de aprendizaje al finalizar el periodo. Pero esto no sucede. Como fonoaudióloga he visto padres de niños de 3, 4 y 5 años que asisten a escuelas de lenguaje, ya que poseen dificultad en la adquisición lingüística, denominada TEL (trastorno específico del lenguaje), solicitando el informe de "alta fonoaudiológica" a partir de mayo o junio, cuando ni siquiera ha finalizado el primer semestre.

Quizás algunos de esos niños, efectivamente lograrán solucionar sus dificultades lingüísticas al finalizar el año, ¿pero qué sucede con los que no lo lograron y fueron retirados del sistema de educación especial? Lo más probable es que si no continúan con terapia fonoaudiológica y el apoyo de la educadora diferencial, mantendrán dificultades que repercutirán directamente en la adquisición de la lecto-escritura, lo cual se torna un problema mayor.

Adelantar los procesos de matrículas, trae como consecuencia que los padres tomen decisiones apresuradas, sin tener sobre la mesa el real rendimiento de su hijo, sólo por asegurar el cupo en el colegio "grande", que quizás podrá satisfacer las expectativas de los adultos, pero, ¿realmente cubrirá las necesidades comunicativas del niño? Existen colegios básicos que cuentan con el apoyo necesario, por eso se deben considerar todos los factores que están en juego e informarse oportunamente antes de tomar una decisión como esta.

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