La CuentaRut es probablemente una de las principales innovaciones financieras de las últimas décadas. Innovar no es sólo introducir cosas nuevas, sino también masificar su uso. Y eso es lo que ha hecho CuentaRut. Ha transformado un servicio bancario básico en uno de amplia aceptación en la población y, como resultado, ha generado condiciones para avanzar en la modernización del sistema de pagos, probablemente como nunca antes.
A propósito de su éxito, resulta pertinente clarificar la naturaleza de este instrumento y sus implicancias. Por su nombre, algunos suponen que este es un instrumento creado por el Estado, en un acto similar a la entrega de un número de identificación, como el RUN o el RUT, pero ello no es así. Se trata, en realidad, de una cuenta bancaria ofrecida por un banco estatal, pero banco al fin, sometido a regulación y fiscalización, y que, respecto de este instrumento, debe tener presente, además, las prácticas comerciales y la jurisprudencia de los tribunales.
Como todo producto o servicio bancario, éste supone un contrato de apertura entre el banco, en este caso BancoEstado, y el cliente, que establece derechos y obligaciones para ambas partes. Por lo mismo, su creación no es automática ni unilateral y exige siempre la concurrencia del cliente. No debe sorprender, entonces, que no toda la población tenga CuentaRut. Muchos han optado por no abrir una cuenta de estas características, al menos por el momento.
Columna