"En Chile no se valora el talento como lo hacen en el exterior"
El rider, uno de los principales impulsores del deporte en el país, repasa lo que fue su carrera, el apoyo a los deportistas en Chile, y lo que se viene para una disciplina que tiene cada vez más seguidores a nivel mundial.
Desde la comodidad de su casa, y con una vida más alejada de la cinta, el sicólogo Rodrigo Caamaño de 35 años lucha para que el slackline tenga el espacio que se merece en Chile, potencia mundial en la materia. "Hay muchísima gente que practica slackline en el país, y lo digo con conocimiento de causa, porque mucha gente me contacta para adquirir equipos", argumenta el penquista, que fue uno de los primeros en salir de Chile auspiciado.
-¿Cómo conociste el slackline?
"En una fiesta electrónica en Ecuador, hace 9 años. Estábamos carreteando y había un gringo con un slack (cinta). Intenté subirme y no pude cruzar la cinta, así que quedé súper enganchado con el desafío. Llegué a Chile y al tiro me quise comprar una, aunque tuve que esperar porque no la vendían en ninguna parte. La mandé a pedir a Estados Unidos y de ahí no paré".
-¿Cuándo empezaste a dedicarte full time como deportista?
"Empecé solo, y al tiempo conocí gente que también le gustaba el slackline, así que nos ayudábamos. Viajaba mucho a Santiago y a Viña, de hecho en 2011 me fui a vivir a dicha región para dedicarme, y el tiempo que no entrenaba, hacía clases de slackline en colegios. Hasta ahí estábamos solos, y nos costeábamos todo. El 2012 me contactó por Facebook un alemán dueño de una marca de equipos (Gambit Slackline) para que yo fuera su representante en Chile. Recibía sus productos, difundía la marca, hasta que vino y le hicimos un tour por el país. Quedó fascinado. Después él me recibió allá, estuve unos 4 meses como rostro de la marca en Europa".
-¿Por qué un alemán vino a buscar talentos a Chile?
"Chile es una potencia mundial en la disciplina, eso es incuestionable. El actual campeón mundial, Abraham Hernández, es chileno - entrenó mucho tiempo en Conce - y es triste ver que una persona con tal admiración a nivel mundial aún no reciba un sueldo. Antes de que me llamaran de Alemania, yo busqué por todos lados, y no te dan el apoyo. Toqué varias puertas que me las abrieron después, cuando ya estaba en Europa, pero el proceso te lo tienes que comer solo. Eso es lo difícil, porque la mayoría de las historias no tienen finales felices. En Chile no valoran el talento como lo hacen en el exterior".
-¿A qué le adjudicas que Chile esté a tal nivel mundial?
"Tuvimos la suerte que los que empezamos a hacer slackline en el país estábamos estudiando o ejerciendo carreras muy afines al deporte como sicología, o kinesiología. Hicimos un trabajo metodológico científico y homogeneizamos la enseñanza, algo que en el mundo no existía. En Alemania nos preguntaban cómo lo hacíamos para enseñar porque querían aplicar el mismo método".
-¿Por qué te dejaste de dedicar al slackline?
"Por un tema monetario uno no puede seguir, porque ya quieres surgir un poco y te quedas estancado. Tienes que buscar hacer otras cosas, como en mi caso ejercer la carrera que estudié. En todo caso, fueron cerca de tres años fantásticos".
-De todas maneras continúas pendiente del deporte
"Sí, sigo trabajando más desde la parte de la experiencia, dándole apoyo a los jóvenes para que ellos avancen, porque creo que es sano ceder el espacio. Este año la idea es oficializar los torneos por medio de la federación de la cual con algunos amigos somos los gestores. Queremos hacer un circuito interno en el país, que todavía no existe. El club deportivo "Libera tu Mono" las hace de federación hasta ahora, que es el club más antiguo que se formó entre los que empezamos cuando vivía en Viña".
"El actual campeón mundial es chileno y aún no recibe un sueldo".
Rodrigo Caamaño, rider."
Vida en europa
"En Alemania me ponían hasta en afiches publicitando torneos"
Pese al gran nivel mundial que alcanzó en cierto momento, el chileno recuerda sus días de gloria con humildad.
"Me sorprendí de varias cosas. En Alemania me ponían hasta en afiches publicitarios de torneos", cuenta entre risas el crack, que estuvo viviendo en Stuttgart cerca de cuatro meses. "A veces iba a plazas, ponía la cinta y le ofrecía clases a los niños que andaban con sus padres paseando", concluyó.
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