Tras los incendios que afectaron a nuestro país, el ecosistema de distintas especies se vio perturbado, por lo que muchos buscaron refugio en zonas pobladas, tal como ocurrió con los murciélagos. Aunque con la llegada del otoño, iniciando su período de hibernación, su presencia decae, es importante recordar que el principal problema es que sean portadores del virus causante de la Rabia. En caso de morder a una persona, el virus podría entrar a los tejidos.

En humanos la Rabia es prevenible mediante atención médica inmediata y adecuada. Lógicamente, los niños y adultos con inmunidad deficiente, ya sea por patologías o por edad avanzada, están en mayor riesgo que un adulto sano.

No se puede saber si un murciélago es portador del virus de la Rabia con tan sólo mirarlo. La única manera de confirmar es haciéndole al animal exámenes de laboratorio donde se buscan antígenos virales de la Rabia en el tejido cerebral. Por lo tanto, para velar por la propia seguridad es aconsejable no tocar nunca a un murciélago, dejando esto en manos de personal especializado.

Ahora bien, si hay mordida lo primero es lavar las heridas. Luego, buscar atención médica: las decisiones para comenzar la vacunación se basan en el tipo de exposición, en el animal, en la información de laboratorio y de vigilancia del área geográfica donde ocurrió el suceso.

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