Hacer de la entrada al colegio un proceso positivo y paulatino es posible si como padres y madres le imprimimos entusiasmo, constancia y refuerzo positivo.

Lo primero es que los adultos nos tomemos con calma el regreso a clases para no transmitirles estrés a los hijos. Es beneficioso incluirlos en la preparación de ese momento, dándoles un rol activo para que se involucren en instancias como, por ejemplo, participar en la compra de sus uniformes y elegir sus útiles escolares.

Después de este tiempo de relajo en algunas rutinas -como en las horas para comer, ver televisión, utilizar el computador u otros dispositivos electrónicos e irse a la cama- volver a "ordenar el sistema" y recuperar la rutina escolar se convierte en un gran desafío. Una ayuda para tener una adecuada transición es reestablecer los horarios algunos días antes, sobre todo para que el organismo se adecue a levantarse más temprano.

Asimismo, en familia se puede conversar de las expectativas y metas que cada uno tiene para este periodo escolar, acoger los posibles temores o ansiedades y transmitir entusiasmo y tranquilidad para esta nueva etapa. Resaltar el reencuentro con los amigos, la posibilidad de aprender cosas nuevas y de los múltiples desafíos entretenidos que encontrarán durante el año pueden ser parte de las conversaciones que permitirán que el regreso al colegio sea un proceso positivo.

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