El agua es esencial en una rutina deportiva, pues entre otras funciones permite oxigenar los tejidos y ayuda a controlar la temperatura corporal. El mercado, atento a estas necesidades ha abierto creado el mundo de las bebidas hidratantes, que por su contenido rico en minerales, carbohidratos y azúcares evitan la deshidratación.

Aproximadamente el 60 % del peso corporal corresponde a agua; por lo tanto, es necesario mantener este equilibrio para un buen funcionamiento del organismo, reponiendo el agua que se pierde a través de la sudoración, orina, deposiciones y respiración.

Para que la hidratación sea adecuada, las bebidas deben ser isotónicas; es decir, aquellas que en su composición concentran sales y azucares similar a las del plasma sanguíneo. Esto permite que pasen rápido por el estómago y sean fácilmente asimiladas. Esta cualidad las hace ideales para proporcionar equilibrio entre rehidratación y reabastecimiento de energía y electrolitos.

No obstante a sus ventajas, debemos recordar que están pensadas para reponer sales minerales y energía perdida en la sudoración durante el deporte; por lo tanto, su consumo es solo recomendado si el entrenamiento es de alta intensidad, superior a 1 hora y en un medio ambiente de altas temperaturas y de humedad parcial, que favorece una excesiva sudoración. De lo contrario, se sugiere hidratación antes, durante y después con agua.

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