Manuel Muñoz González

Para Ivonne Chávez, sus hijas y su esposo, cada 21 de mayo, es sagrado venir a Talcahuano a presenciar el desfile en honor a las Glorias Navales, y ayer no fue la excepción, por lo que dijeron presente como una de las cientos de familias que vieron el pasar de cada uno de los 800 efectivos que manrcharon frente a sus ojos.

"Nosotros venimos todos los años, es una tradición familiar. Desde que yo era chica, mis papás hacían lo mismo con nosotras, con mi hermana, porque aparte de mirar el desfile, veníamos a desayunar, a comprar el típico gorrito de la Armada, es mantener una tradición", contó Ivonne, quien junto a sus hijas, Isabella y Aylín, y su esposo Pablo, asistieron en auto desde el sector Candelaria de San Pedro de la Paz.

"Lo hacemos para que nuestras hijas sepan sobre nuestra identidad, vean a los marinos y a todos quienes desfilan, porque además de marinos e integrantes de la Armada, desfilan los Carabineros, del Ejército", repasa Ivonne, quien además aprovechó de ver en terreno a un familiar, el sobrino de su padre, Óscar Penroz, quien se desempeña durante una década en la Armada. "Él es chofer en la Armada, lleva años en la institución. Había pasado que en otras ocasiones estaba en otras ciudades, pero ahora está en Talcahuano y le tocó desfilar acá", dijo Ivonne.

Como ellos, desde Chiguayante también llegaron varias familias, como los Rojas-Melián, que asistieron para ver a un primo que también desfiló como parte del Ejercito. "Tenemos un primo, Esteban, y como sabíamos que iba a desfilar, lo vinimos a ver. Estuvimos y luego pasamos a comer acá mismo. Lindo el desfile, no habíamos venido nunca con mi señora, así que lo vamos a tener en la agenda para los próximos años", expuso Carlos Rojas, esposo de Sandra, quienes ayer también disfrutaron del desfile castrense.

Impecable

Ambas familias pudieron ver en terreno el despliegue de las distintas ramas de las Fuerzas Armadas que participaron, y por supuesto de la propia Armada con sus miembros de la Escuela de Grumetes e Infantería de Marina, protagonista cada 21 de Mayo.

La jornada comenzó a las 8.00 horas con la tradicional salva mayor de 21 cañonazos e izamiento del pabellón nacional en todas las unidades y reparticiones de la Base Naval Talcahuano. A mediodía, los repiques de las campanas del monitor Huáscar, reliquia histórica de la Armada de Chile, junto al sonido de pitos y salvas, resonaron por la Bahía de Concepción, evocando el momento en que la Esmeralda fue hundida en la rada de Iquique, el 21 de Mayo de 1879.

Las actividades cívico-militares fueron encabezadas por el gobernador regional del Biobío, Sergio Giacaman; el delegado presidencial, Eduardo Pacheco; y el comandante en jefe de la Segunda Zona Naval, contraalmirante Arturo Oxley.

Luego de la misa de acción de gracias en la Iglesia Sagrada Familia, oficiada por el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de la Santísima Concepción, monseñor Bernardo Álvarez, en la avenida Almirante Villarroel, al exterior de la Base Naval, se llevó a cabo la ceremonia principal, que congregó a un importante marco de público.

Durante su alocución, el contraalmirante Oxley destacó la relevancia de la efeméride no solo como un momento de recuerdo, sino como una oportunidad para renovar el compromiso con la identidad marítima del país. "Esta conmemoración anual va más allá del recuerdo histórico; es una instancia dedicada activamente a acrecentar la conciencia pública sobre la importancia del océano para nuestra vida y desarrollo (…) a promover una conciencia marítima nacional y alfabetización oceánica robusta, que genere los cimientos para una relación más sostenible y provechosa con el vasto océano que define nuestro ser como nación", sostuvo.

"Cuando niña mis padres me traían, y ahora yo y mi esposo hacemos lo mismo con nuestras hijas. Es una tradición".

Ivonne Chávez, asistente de, San Pedro de La Paz.

800 efectivos de las distintas ramas de las Fuerzas Armadas desfilaron ayer en Talcahuano.