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El rol de Enrique Molina para consolidar un movimiento

Historiador Armando Cartes destacó la figura del forjador del actual liceo y el impulso para dar vida a la Universidad de Concepción.
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La Estrella

Una conexión indisoluble existe entre la figura de Enrique Molina Garmendia y la educación pública, pues su aporte como pedagogo, filósofo y pensador, fueron claves para forjar el establecimiento que lleva su nombre, así como la fundación de la principal casa de estudios superiores en la región: la Universidad de Concepción.

Así lo expresa el historiador Armando Cartes, profesor de la Universidad de Concepción y director del Archivo Histórico de Concepción, quien se refirió a la figura de Enrique Molina y su rol en el desarrollo de ambas instituciones. "Enrique Molina fue una figura con valor propio como intelectual, además de su labor como rector fundador del Liceo Concepción. Él forma parte de la primera generación de pedagogos que revolucionó la educación chilena, su verdadera vocación, a pesar de ser abogado y filósofo. Eligió la pedagogía como camino de vida, y también la filosofía donde tuvo gran desarrollo, se reunió con los mayores intelectuales de la época en Alemania y Estados Unidos, y fue uno de los líderes de la filosofía latinoamericana durante la primera mitad del siglo XX", parte diciendo.

Molina nació en La Serena, se formó en Santiago, y ejerció labores docentes en Talca y Chillán, como director de liceo y profesor. A Concepción había llegado en 1903 como profesor de historia y geografía del liceo, y regresa en 1915 como rector del mismo.

Movimiento

El historiador penquista aclara que Molina fue uno de los que lideró, desde Concepción, grandes debates culturales y educacionales que hubo a principios del siglo XX, siendo un defensor de la educación humanista, por lo cual entraba en conflicto con quienes pensaban que la educación debía ser industrial o técnica como Francisco Encina, debates que animaron los años del centenario.

"Desde Concepción él fue un líder intelectual para las disputas que se estaban produciendo en la sociedad chilena que estaba en vías de modernización", dice el académico.

"Enrique Molina se integra a este movimiento en marcha para fundar una universidad en Concepción, que se pensaba que podía ser con apoyo estatal, pero la ciudad se convence de que eso no va a ocurrir, entonces se toma la decisión de que la universidad surja desde la comunidad misma, de los vecinos. De hecho desde 1919 hasta 1958 Molina lideró la universidad y fue hasta 1935 rector en paralelo del liceo y de la universidad, conectando a ambas instituciones. "Después de ese año Molina solo se aboca a su tarea universitaria. En 1958 sufre un problema de salud y fallece en 1964, año en que es nombrado rector honorario vitalicio. Y desde 1958 el Liceo de Hombres pasa a llevar su nombre", repasa Cartes.

Pero más allá de la figura de Enrique Molina, Armando Cartes dice que ni el liceo ni la universidad serían posibles, sin la labor de un movimiento que se venía gestando antes de la llegada de Molina a la zona. "Cuando una institución cumple un aniversario tan relevante, es importante volver a sus orígenes, y determinar quienes fueron los personajes que contribuyeron a su surgimiento, por supuesto en un periodo tan largo no puede ser solamente una persona, sino que a cada generación hay alguien que va dejando su impronta, y de alguna forma va haciendo que evolucione y se ajuste a los tiempos", expresa.

Por lo mismo, añade, "no soy partidario en centrar en un personaje una institución tan grande, ya que eso termina opacando el mérito justo de muchos otros forjadores que entregaron su vida como profesores. Molina llega a Concepción cuando existía un movimiento muy fuerte para construir el edificio del liceo, que lo hizo el rector anterior, y Molina lo recibe y tuvo la posibilidad de disfrutar, lo que fue obra y pelea de muchos rectores anteriores y también la lucha por la universidad se venía desarrollando en la ciudad desde décadas anteriores", dice el historiador, mencionando a figuras como Temístocles Rojas y Pedro Nolasco Cruz: "Son dos rectores relevantes, el segundo responsable de la construcción del edificio", dice.

"Él llegó en un momento virtuoso y fue quien diera la obra por culminada".

Armando Cartes

La influencia masónica sigue vigente

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En el muro del frontis del liceo Enrique Molina Garmendia permanece a la vista de todo estudiante el reconocimiento de parte del establecimiento a una de las entidades que fue parte clave de su formación, como es la masonería de Chile.

Una influencia que el propio recinto da cuenta en el resumen de su historia en estos doscientos años. "El acervo histórico del Liceo Emblemático de Concepción se constituye gracias a sus valiosos aportes, entre ellos, la gestación del primer periódico penquista, que el Presbítero Pedro Nolasco Caballero en conjunto con un admirable grupo de profesionales llamarían El Faro del Bío Bío", cuenta el liceo en sus registros.

Un rol importante en su momento y que cuenta con un claro reconocimiento del plantel penquista. "Dentro de lo que uno conoce de la historia, la masonería ha estado en todo lo que es el sello laico del liceo Enrique Molina, así como ha estado apoyando también indirectamente la creación de la Universidad de Concepción, el Hospital Regional, cuerpos de bomberos, apoyó y estuvo en los orígenes del Liceo Enrique Molina", expresó el rector del liceo, Julio González.