
Esfuerzo intelectual
En medio de una sociedad tan compleja en la que nos ha tocado vivir donde abundan opiniones, puntos de vistas, teorías éticas, visiones antropológicas y modos de percibir la realidad es legítimo preguntarse si ¿hay algunas verdades que valgan siempre y en todo lugar independiente del lugar donde me encuentre, de quien la diga, e incluso de la religión profesada?
Se percibe claramente en la sociedad tal disparidad de puntos de vistas que se llega a la paradoja o mejor dicho al absurdo que lo que para algunos es digno de alabanzas para otros es digno de repulsión. Es notable como una misma realidad política, social, económica y jurídica haya personas que la perciban de manera tan diferente, y actúen en consecuencia.
Se pueden enumerar muchas situaciones en las cuales, frente a la incapacidad de ponerse de acuerdo por la distancia de las posturas en juego, al final, la razón le ha ido cediendo espacio a la fuerza para resolver los conflictos, lo que claramente va en perjuicio de una sociedad auténticamente democrática, libre y fraterna. Cuán lejos estamos de aquello y cuánto dolor causa.
Dado que se niega la posibilidad de encontrar alguna verdad que valga siempre y bajo todas las condiciones, hoy muchos son lo que se preguntan si tienen que apelar a su propia libertad o intuición para resolver las distintas preguntas, dilemas y situaciones que se presentan en la vida o tienen que recurrir a la normativa de la ley positiva vigente dónde se encuentren según cada caso. Es por ello que surge la pregunta de si no habrá que hacer un esfuerzo intelectual para poder encontrar y apelar a principios anteriores a la propia subjetividad o a lo que manda o prohíbe la sociedad a través de la ley.
¿Es legítimo preguntarse si existen valores objetivos con capacidad para unir a los hombres y procurarles paz y felicidad? ¿cuáles son? ¿cómo reconocerlos? ¿cómo actúan en la vida de las personas y de la comunidad?
Estos principios deben ser tan universales que tengan espacio y reconocimiento en la sociedad plural en la cual vivimos, es decir derechos y deberes que brotan de la misma naturaleza humana que son permanentes y estables y se convierten en derechos comunes de todas las personas. Estos principios están escritos en el corazón de cada hombre y mujer como principio originario que los lleva a evitar siempre el mal y a hacer el bien posible. Lo interesante es que esta verdadera ley interior se impone en cada ser humano independiente si es docto o ignorante, creyente o no creyente y valen para todas las culturas.
Este principio rector es un excelente principio para el diálogo entre las diversas culturas y los diversos estamentos de la sociedad. Desde ellos se puede construir un diálogo fecundo y consensuado, porque serán, al ser compartidos por todos validados. Hoy es más urgente que nunca apelar a la razón, algo tan propio y genuinamente humano que ideología o interés alguno puede opacar.
Columna
foto denuncia
calle en malas condiciones
La calle Rengo de Concepción se encuentra en pésimas condiciones. Apuntar que esta céntrica arteria soporta el intenso paso de vehículos particulares, taxis colectivos y buses de locomoción pública.
imagen de la ciudad ciruelos florecen en el centro
Algunos de los ciruelos que crecen en las calles del centro de Concepción ya están floreciendo. Esto marca en el horizonte la llegada de la primavera en septiembre.
foto denuncia
estructura vandalizada
Años atrás, esta estructura metálica soportaba un teléfono público, el cual, por el avance de la telefonía celular, quedó atrás. Hoy dicho espacio sólo es usado por sujetos para rayar y pegar papeles.
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