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El aporte de los italianos en el comercio regional

Esta actividad fue la más desarrollada por los peninsulares que llegaron a distintas comunas del Biobío, atraídos por la gran actividad portuaria de Talcahuano, la extracción carbonífera en Coronel o la agricultura en Los Ángeles.
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La comunidad italiana que se instaló en nuestra zona no solamente se avecindó en Concepción. Otras comunas de la Región del Biobío también experimentaron un desarrollo importante gracias al aporte del trabajo de los peninsulares, quienes se desempeñaron en variados ámbitos, siendo uno central el comercio.

Talcahuano

Para fines del siglo XIX y comienzos del XX, Talcahuano ya era célebre como puerto militar de primer orden, en donde se inauguró un gran dique de carena, el que estuvo operativo desde 1896. Esta instalación estuvo unida al puerto por la línea férrea fiscal.

El puerto de Talcahuano era la salida obligada de todo artículo de exportación proveniente de la frontera. La línea férrea de Concepción entraba a la ciudad, cruzando algunas de sus calles y se detenía en la estación situada a pocos pasos del muelle de embarque de pasajeros.

Esto era provechoso para el comercio de la ciudad, tanto al por mayor y menor. En esa línea resaltaban los locales comerciales italianos, que jugaron un papel principal para propulsar este sector económico.

Uno de los primeros italianos en el comercio del puerto fue Manuel Crovetto. En 1898 era el propietario de una tienda de mercaderías destinada a la importación de zapatos, casimires y sombreros exclusivos de la acreditada firma Borsalino, originaria de Alessandria, Italia.

Otro comerciante italiano fue Luis Stagno, quien fundó en los primeros años del siglo XX un local de venta de abarrotes que contaba con una sección de pesca y deportes. La mayoría de los artículos eran importados desde Inglaterra y Norteamérica. Para 1950 tenía como socios a Luis Fregonara y a José Vallebuona.

En la misma época, Ricardo Bagnara era propietario de una paquetería y de una bodega para la compra y venta de frutos del país y abarrotes, además, recibía mercancía a consignación para distribución y venta.

En la década de 1940, uno de los italianos más destacados fue José Maritano Amedeo, quien creó una exitosa empresa dedicada a la fabricación de jabones que se mantiene viva en el puerto hasta el día de hoy como "Maritano jabones". La firma es responsable de la elaboración del conocido jabón "Popeye".

Coronel

Otra destacada ciudad puerto de la zona es Coronel. Su carácter de "puerto libre" atrajo a algunos italianos para dedicarse al comercio, principalmente en rubros como abarrotes, géneros y herramientas.

La actividad comercial tuvo un fuerte impulso por el auge de las empresas carboníferas. Entre las familias que se instalaron en la ciudad se cuenta la de Giusseppe Pastorini y Jerónima Carlini, quienes arribaron primero a Valparaíso en 1895 y luego se movieron a Coronel. En 1899, su hijo, Juan Pastorini Carlini, contrajo matrimonio con Filotea Ontano, estableciéndose en la zona e instalando un restaurante y local comercial.

En 1895, otro italiano, Giovanni Pastorini Otonello, arribó junto a su esposa Avelina Rossini Sbergola, fijando residencia en el puerto donde se dedicó al comercio de abarrotes.

A inicios del siglo XX, se asentaron en Coronel los italianos Silvio Merello Arata y su esposa Colomba Boero Paggi, además del matrimonio de José Caffarena y María Cichero Fontana, quienes igualmente se dedicaron al comercio de abarrotes con un almacén, que daría paso con el tiempo a una de las primeras multitienda de la ciudad.

Más al sur, en Lebu, se asentó en la década de 1920 el inmigrante italiano Ramón Pizani, quien aportaría al lugar con su droguería y botica, profesión importante para la comunidad de la época.

Los ángeles

En Los Ángeles, la llegada de inmigrantes italianos fue moderada. Al igual que en otros puntos, los europeos se dedicaron principalmente al comercio y servicios. En la década de 1920 destacaban en el rubro de los abarrotes de la ciudad Antonio Samarotto, Alejandro Sarpi y Luis Tedeschi, quien, además, ejercía su profesión como veterinario, lo que era valioso en una sociedad ligada a la agricultura como Los Ángeles.

En el comercio se instalaron Eugenio Bernasconi, Saira de Coda y Ángel Morando con talleres de sombrerería, y Alfredo Anziani y Adriano Crovetto, quienes se dedicaron a la zapatería. El italiano José Yori fue dueño de una fábrica de cecinas en el lugar.

De la misma manera, algunos inmigrantes se ocuparon en la hotelería, destacando entre ellos Carlos Bassaletti, José B. Burzio e Ítalo Martelli, así como también José Fasano, quien fue dueño del hotel Francia, quien también poseía una "chanchería".

"Uno de los primeros italianos en el comercio del puerto fue Manuel Crovetto"