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Frío y calor extremos y pocas horas de sueño: la trastienda de un Dakar

Pilotos de la Región del Biobío que corrieron en la exigente prueba motor, cuentan las peripecias de vivir un rally Dakar, donde no sólo juega la destreza al volante, sino la fortaleza física y mental para sobrellevar la dura competencia.
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Manuel Muñoz González

Una década ha pasado desde su último Dakar para Barry Cruces, pero el piloto de la categoría Squads lo recuerda como si fuera hoy, más ahora que se está llevando a cabo precisamente la prueba motor más exigente del mundo en Arabia Saudita.

Madrugadas de frío intenso, luego horas donde el calor pegaba con todo, y horas eternas arriba de la moto, son algunas de las exigencias que deben sortear quienes se atreven a vivir dicho rally.

Tanto en 2012 como en 2013, Barry Cruces representó a Chile en los cuadriciclos, en una experiencia que lo marcó como deportista. "El primer año siempre es aprendizaje, si bien uno se prepara, es muy duro, mentalmente más que físicamente en mi caso", cuenta el piloto.

"Mucho frío en las mañanas, etapas muy largas, enlaces muy largos. Salimos a las 3 y media a 4 de la mañana en el enlace, con frío, sueño, para llegar recién a la largada seis horas después. Y todos los días se repite lo mismo, duermes poco, porque con suerte te tiras adentro de la carpa con un saco de dormir. Es harto sacrificada la rutina diaria, pero vale la pena por la experiencia de estar en la ruta, corriendo", detalla.

Cruces cuenta que incluso a él su equipo casi lo obligaba a irse a dormir después de finalizada la jornada, pues había que estar del uno para encarar el día siguiente. "Tú llegas, cambiarse de ropa, a la ducha, comer rapidito y a dormir. A mí me obligaban a ir a acostarme, onda marca tu hoja y anda a dormir, tratar de dormir lo más posible para estar con energías para el otro día de competencia. Pero uno siempre se queda haciendo cosas, preparando la moto, afinando detalles. Para mí que era un competidor privado, era más complejo, un equipo más chico, a diferencia de los pilotos de grandes equipos, que tienen todo un equipo gigante detrás, y que al estar en mejores posiciones tienen más tiempo para reponerse", recuerda el penquista.

Y por lo mismo, por el poco tiempo para el descanso, Barry cuenta el espacio para la vida social es mínimo. "Igual se da espacio para la convivencia con los otros pilotos, te los encuentras en el desayuno, el almuerzo, en ruta, al cargar combustible, hay buena relación con los argentinos, los propios chilenos, pero en general los pilotos como que se cierran un poco, por un tema de concentración básicamente", dice.

Dada la exigencia de cada jornada, alimentarse y recargarse de energías resulta clave. "En la alimentación, todos los días pastas, mucha pasta, y en general hay dos menú diario. En el desayuno mucho cereal, avena, de todo, pero muy sencillo. Yo por lo general no tomo desayuno, y cuando estuve lo tenía que hacer, lo que fuera. Igual me llevaba mis raciones para el camino, algún chocolate, hidratación", cuenta.

Y lo que tampoco se podía eludir, obviamente, las ganas de ir al baño. "Los pilotos de punta, los de elite, definitivamente no paran y generalmente pasan de largo hasta la llegada, porque para ellos, perder uno o dos minutos, es mucho tiempo. En cambio para uno que no estaba en esa posición, uno o dos minutos no era relevante, así que había que parar nomás, ahí en pleno desierto", dice entre risas.

En su primer Dakar el 2012, cuando se corrió a entre Chile, Argentina y Perú, Barry finalizó la prueba, no así el 2013, cuando quedó a medio camino tras un duro accidente. Mientras regulaba su hija de ruta, en el kilómetros 150 en una curva, perdió el control, terminó volcado y chocando contra una roca. "Terminé con una fractura de clavícula, un desgarro tremendo en la pierna, y así logré parar la moto y seguir manejando los 400 kilómetros que restaban. Terminé manejando con un brazo y no me podía bajar de la moto. Se supone que a la largada había una ambulancia, pero justo no había, aún así terminé la etapa. Incluso se me pinchó la rueda, así que con un brazo, parchando la moto, no, todo mal jaja", recuerda con nostalgia y cariño por el Dakar.

Barry hoy está dedicado al mundo del triatlón, pero no pierde la esperanza de volver a pilotar una moto o cuadriciclo en un Dakar. "Me han invitado, pero por diversas circunstancias no se ha podido, pero uno no pierde la esperanza", expresa.

Elite del cuadriciclo

Uno de los pilotos nacionales que más Dakar ha corrido es Sebastián Palma, quien además de participar de la organización del Dakar en 2008, 2009 y 2010, ha corrido en seis versiones de la prueba, entre 2012 y 2019, la mayoría de ellos en motos de cuatro ruedas, aunque también tiene otra gracia: "Fui de la primera generación de corredores de buggy en el Dakar, corrimos tres buggys en el Dakar, de los tres chilenos, llegamos dos a la meta, llegamos en tercer lugar en la general. Desde ahí se inició la categoría side by side, desde 2012", cuenta el piloto oriundo de Los Ángeles.

Pero su fuerte fue el cuadriciclo, donde incluso llegó a dejar un récord en la máxima cita motor. "El 2013 corrí en cuadrimotos, gané 13 de 14 etapas. Gané una etapa de la general. En esta categoría, solo dos personas en el mundo, Alejandro Patronelli y yo, lo han logrado. Ganarle a la general en esa moto era muy difícil", repasa Palma.

Más allá de sus buenos registros, Sebastián repasa los sacrificios que suele implicar vivir un rally de este tipo, tanto en hacer frente a las condiciones climáticas, como a las exigencias propias de la competencia en el día a día. "El tema alimentación y dormir es mientras te lo permita la carrera, porque tienes tiempos límites para salir y para llegar de la especial, si no cumples quedas fuera de la carrera. Hay una serie de reglas muy estrictas, y da cuenta de lo que complicado que es un Dakar", expresa.

De hecho el descanso a veces suele quedar de lado, pues sencillamente no hay tiempo cuando ocurre algún imprevisto, como el que vivió Sebastián junto a su equipo a bordo del buggy. "Fue el 2012 cuando corrí en buggy, que no estaba muy adaptado para correr a ese nivel, en una de las etapas en Copiapó. Existe un día de descanso en que el reloj de detiene. Nosotros antes de salir a descanso, tuvimos una serie de pannas y nos fuimos capaz de salir, entonces corrimos el día de descanso, y llegamos a minutos de largar el tercer día. Estuvimos casi tres días sin dormir y corriendo. Se nos incendió el buggy, logramos apagarlo, yo me quedé trabajando dos días, tratando de sacar la panna, para tratar de llegar antes de que se cerrara el pórtico de largada después del día de descanso. Imagínate, sin comer, sin dormir. Hicimos los 14 días de corrido sin tener descanso, con lo mínimo, fue inhumano, un suplicio, pero logramos nuestro objetivo", recuerda.

Cosas como esas son las que suelen quedan solo para los pilotos y sus equipos, pero que Sebastián quiso compartir para reflejar la naturaleza de lo que exige competir a este nivel.

"Hay muchas cosas que se desconocen, que quedan solo para los pilotos. Las condiciones climáticas adversas, por ejemplo cuando se corrió en Chile, se sufrió, acá mucho calor, dunas muy altas, condiciones de carrera muy malas. Pero hoy igual, están sufriendo los pilotos, lo que se sufría en Sudamérica, lo están sufriendo ahora en este Dakar", expresa.

"Alimentarse y dormir, es solo si te lo permite la carrera".

Sebastián Palma,, piloto Dakar.

"Tu equipo te obliga a dormir cuando hay que hacerlo".

Barry Cruces,, piloto Dakar.