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Historias de fantasmas en las grandes bibliotecas de Chile

En las principales bibliotecas del país testigos afirman haber visto y escuchado espectros que solo asustan.
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Juan Guillermo Prado

El 14 de noviembre de 1883 se mencionó, por primera vez, en sesión extraordinaria del Senado, a la Biblioteca del Congreso Nacional. En dicha sesión se dijo: "La comisión cree que sería conveniente que se refundan en una sola las bibliotecas de ambas Cámaras".

Su primer director y fundador fue el diputado y futuro Presidente de la República Pedro Montt. Esta centenaria institución tuvo más tarde como director a Arturo Alessandri Palma, quien gobernó en dos ocasiones al país.

Tras la instalación del Congreso Nacional en Valparaíso, con el objeto de asesorar a los parlamentarios, también se estableció dicha biblioteca. El montaje de las nuevas dependencias fue paulatino pero lleno de sobresaltos. Funcionarios y carabineros juraban que allí había fantasmas y lo relacionaban porque en el recinto había estado el hospital Enrique Deformes.

Los rumores abundaban: alguien había visto un quirófano, otros sentían llantos de guagua y una parte del salón de honor era muy helado porque allí estuvo la morgue.

El doctor

Quedan pocos funcionarios de aquella época pero nos encontramos con una antigua secretaria de la biblioteca quien relató algo de lo que ella vivió. "Cuando se inició el trabajo del Congreso Nacional, funcionarios de la Cámara y el Senado debían hacer turnos de 24 horas, por el poco personal que había y porque seguían con trabajos de terminación del edificio. En la noche, tanto el turno de Carabineros como el de funcionarios sentían muchos ruidos y cierre de puertas, justo cuando iban a pasar de una dependencia a otra".

"Era conocida la historia que durante la construcción del edificio sucedió un accidente de un trabajador que sufrió una caída muy grave, sus compañeros no lo podían socorrer y de pronto apareció un doctor, con su atuendo típico, quien les indicó que debían llevarlo de urgencia al hospital y que estando allí hablaran con el médico X y que dijeran que iban de parte del doctor X. Así lo hicieron sus compañeros, y al llegar al hospital contactaron al médico recomendado y le explicaron quien los había enviado. El galeno quedó tremendamente sorprendido porque quien lo recomendó había muerto tiempo atrás".

"Por el año 1998 -continúa-, en el tercer piso, nos encontrábamos en turno tres funcionarios y de pronto veo una imagen de mujer, solo de su cintura hacia arriba, corte de pelo tipo melena y vestida de color café, subiendo la escala de caracol que conduce al cuarto piso. Yo la seguí, rezando, hasta que desapareció detrás de una estantería. Mis compañeros solo vieron una sombra y sintieron el hielo que se produjo en el ambiente. Años más tarde, en las oficinas de administración del cuatro piso se paseaba una persona muy similar a la que relaté, vestida de café produciendo una sensación de viento muy frío".

Prosigue su relato: "En el turno de cierre por el año 2000, aproximadamente, dos funcionarios de la biblioteca estaban por terminar su jornada laboral, apagan las luces y escuchan la voz de una mujer preguntando '¿ya se van?'. Asustados y nerviosos, no podían sacar ni colocar llave a las puertas de salida. En otra oportunidad, sería por 2015, un funcionario de la biblioteca estaba de turno de cierre y de pronto empiezan a cerrarse todos los excusados, cayendo las tapas sobre ellos, como en cadena. No regresó hasta después de varios días. Cada cierto tiempo suceden hasta ahora hechos anómalos pero no tan espectaculares como en los inicios del trabajo parlamentario en 1990 y años posteriores", concluye la secretaria.

Antiguo congreso

En la que fuere la sede del Congreso Nacional en Santiago, también ocurren fenómenos anómalos. En los turnos nocturnos de la biblioteca, que ya no se hacen, se escuchaba el tecleo de una antigua máquina de escribir y en los jardines los carabineros en las noches han visto espectros que avanzan hacia ellos sin detenerse. Más de algún funcionario ha solicitado su traslado tras dicha aterradora experiencia.

Se atribuyen estos hechos a que allí estaba la iglesia de la Compañía, que ardió el 8 de diciembre de 1863, con unas dos mil víctimas fatales.

Las historias de fantasmas en la Biblioteca Nacional de Santiago abundan. Allí estaba el convento de las monjas clarisas que tenían su propio cementerio. Su jefatura señala que hace algunos años, cerca de medianoche y dos funcionarios que hacían horas extras y caminaban por el Salón Azul repentinamente comenzaron a sentir que el salón completo se movía con la intensidad de un temblor. A esto se sumó el polvo que salía del piso y de las paredes.

Se dieron vuelta para ver qué pasaba y sintieron que venían hacia ellos como caballos desbocados que relinchaban. Corrieron hasta el subterráneo y al volver al salón para ver si había rastro de polvo o algo que pudiera justificar lo que habían sentido, pero no había nada. Todo estaba en su lugar.

También se cuenta lo que sucedió con un antiguo exadministrador de la Biblioteca Nacional, que vivía en el cuarto piso del mismo edificio. Éste, como de costumbre, tipo una de la mañana recorría el edificio para ver que todo estuviera en regla. Caminaba por los pasadizos del segundo piso solo con su linterna, cuando inesperadamente sintió que una mano lo tomaba del hombro. No una mano cualquiera, sino una helada, muy helada. Quedó paralizado, no recuerda cuánto tiempo, y tras esa aterradora experiencia nunca más volvió a recorrer los recovecos del edificio.