Chile es un país mariano. En muchos lugares se está celebrando el mes de María. Hay clara conciencia María ayuda a profundizar más y mejor nuestra fe en Jesús. Es un modelo a seguir. Ella nos enseña a ser auténticamente felices tal como lo hace ver en el cántico del Magnificat. Junto a ella podemos comprender mejor las dificultades de la vida a la luz del misterio de salvación que nos trae su Hijo, Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. De hecho detrás del fracaso de que el Hijo de Dios esté en la cruz, está la puerta del triunfo de la vida por sobre la muerte y de la esperanza por sobre la desesperanza.
Es notable como María acoge el llamado de Dios. No lo entiende completamente, pero lo acepta porque sabe que Dios no defrauda y todo lo que le sucederá es para nuestro bien. Su sí radical y sin ambigüedades la lleva a estar -literalmente- llena de Dios y ser bienaventurada entre todas las mujeres. Sí, María está embarazada de Jesucristo y ese embarazo, por obra y gracia del Espíritu Santo la toma por entero en el sentir, el pensar, el actuar.
Es por ello que María comprende con claridad que estar llena de Dios es para los demás. Es por eso que visita a su prima Isabel y se queda en su casa porque la necesita. Un hecho notable y digno de destacar, especialmente en estos tiempos, es que María es fuente de alegría para Isabel. Una forma maravillosa de saber si somos personas que nos hemos dejado encontrar por Dios es si vamos en ayuda de los demás. No hay otra forma de reconocernos como personas creyentes sino sirviendo a los demás y siendo fuente de alegría para los demás.
Dios es amor y su presencia se manifiesta en el servicio. Por ello se entiende que el mandamiento principal de amar a Dios por sobre todas las cosas está íntimamente unido a amar al prójimo como a uno mismo. No hay otra forma de saber si estamos llenos de Dios en nuestras vidas si estamos cerca de los demás los servimos.
María, además, está atenta a lo que acontece a su alrededor. Es por ello que se da cuenta que en las Bodas de Caná falta vino. Es esa sensibilidad y atención de quien siempre quiere lo mejor para los demás. Notable es el hecho que era comprenda que para que haya vino hay que hacer lo que Jesús nos diga. Es Jesús el que puede convertir el agua en vino, la discordia en unión, la mentira en verdad y la desesperanza en esperanza.
Invito a los católicos a que durante este mes y siempre miremos a María como modelo a seguir. María está presente siempre, ella nos acompaña y nos fortalece y, lo más relevante, siempre nos vuelve la mirada a Jesús, nuestro Dios y salvador. Esta mirada de fe, sin duda, nos puede ayudar a comprender el mundo en el cual estamos viviendo y cual es el camino que hemos de seguir de tal forma de tener una gran fiesta donde todos tengan cabida y nadie se sienta postergado.
Columna
Fernando Chomali G., Arzobispo de Concepción