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"Los boliches de barrio son un elemento clave en la identidad de un lugar"

La periodista María José Guallar, quien es hija y nieta de almaceneros de San Bernardo, acaba de lanzar un libro donde reúne crónicas, entrevistas y fotos de pequeños negocios que intentan sobrevivir en medio de la modernidad.
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Rodrigo Castillo R.

Los almacenes de barrio, para quienes compran a diario en ellos, parecen estar ahí desde siempre. Los vecinos asumen, tal vez sin pensarlo mucho, que esos locales van a seguir existiendo por toda la eternidad. Hasta que un día los establecimientos bajan sus cortinas y desaparecen, sin mayor ceremonia, dejando una extraña sensación de vacío y alterando definitivamente la dinámica social del sector.

María José Guallar, periodista especializada en gestión cultural y patrimonio, lleva tiempo estudiando los vínculos que se establecen entre el comercio tradicional y sus clientes habituales. Siendo, ella misma, hija y nieta de comerciantes sanbernardinos, llevó su interés en el tema a una investigación en terreno que, después de más de diez años de trabajo, se tradujo en la creación de un libro que acaba de salir a la venta y cuyo título es "Boliches con historia" (Editorial Letra Capital).

"El motor de este libro va más allá de la nostalgia. Tiene que ver con que, para tener presente y construir futuro, necesitamos tener memoria, identificar lo que nos caracteriza o lo que nos asocia a un lugar. Y los boliches de barrio son un elemento clave de la memoria, de la identidad de un lugar", opina la comunicadora, quien desde 2014 mantiene, además, el sitio web www.comerciodebarrio.cl , que le sirve para difundir sus hallazgos y reflexiones sobre el valor de negocios como bazares, carnicerías, farmacias, zapaterías, ferreterías y expendios de juguetes plásticos.

La publicación impresa, que hace pocos días tuvo su lanzamiento oficial, contiene crónicas, entrevistas y fotografías de diez locales ubicados en diversas partes de Santiago y que, de alguna manera, se las arreglan para subsistir en medio de las amenazas propias de la modernidad. La expansión de las grandes cadenas de supermercados, el agresivo avance del sector inmobiliario, las demoliciones de inmuebles antiguos y la invasión del comercio a través de internet son algunos de los factores que día a día hacen peligrar a negocios que tienen varias décadas de existencia y que se han ganado los corazones de quienes acostumbran comprar en ellos.

"Hice este trabajo de investigación en mis ratos libres, y naturalmente empecé con los locales que me resultaban más familiares y cercanos, como la Carnicería Rojas, en San Bernardo. Como yo me crié en esa comuna, conozco esa carnicería desde que era chica. Mi familia compraba mucho ahí, especialmente mi abuela, y era todo un panorama acompañarla, porque el lugar estaba lleno de cositas para mirar. Había juguetitos, adornos, fotos, en fin, todo un universo visual muy entrenido", relata la periodista, quien, para completar su tarea, visitó negocios ubicados en sectores como la Plaza de Armas de Santiago, la calle San Diego y el barrio Recoleta.

-¿Qué similitudes has notado entre todos estos locales incluidos en tu libro?

-Todos tienen similitudes de fondo en aspectos como la manera de atender al público, o el hecho mismo de que son atendidos por sus propios dueños. Trabajan sin tanto apuro, con otro ritmo, y muchos de ellos no tienen una gran cantidad de productos a la venta, aunque eso también depende del rubro al que se dediquen. No tienen tanta ambición, son más pausados, aunque tampoco hay que idealizarlos, porque algunos son bastante cascarrabias, y hubo varios que nunca me quisieron dar entrevista. También hay otros que siempre quieren ganar más plata de la que ganan. Y está el rasgo común de que muchos de ellos son resistentes a la tecnología y les ha costado rendirse al pago con tarjeta de débito, aunque igual han tenido que empezar a aceptarla.

-Tal vez la gran desventaja de los negocios de barrio es que uno asume que no son tan económicos como el supermercado.

-Claro, esos locales nunca van a tener acceso a los precios super ultra mayoristas de supermercados y grandes tiendas. En mi libro, los dueños de la Ferretería Tobalaba, en Providencia, comentan que ellos están para parchar, para vender lo que al cliente se le acabó, o se le olvidó comprar. Ellos aceptan que seguramente nadie les va a comprar los materiales necesarios para un proyecto completo de construcción, y eso es algo bien triste en realidad.

-¿Qué se puede hacer frente a eso?

-Creo que, como vecinos, tenemos que hacer un esfuerzo y pagar el valor agregado que tienen estos lugares. Pagas un poco más, pero ganas en términos de vínculos, y a veces hasta ganas tiempo, porque vas a un lugar que está cerca de tu casa, y tu tiempo tiene un valor que puedes considerar como ganancia. A lo mejor puedes hacer las compras del mes en el supermercado, pero el negocio más chico te puede servir para comprar los alimentos que se te van acabando, o las cosas que vas a consumir el fin de semana, o el pan que vas a comer a la hora del té. De repente, al hacer la suma y resta, no es tanta la diferencia entre ir a comprar a uno u otro lugar.

"Creo que debemos hacer un esfuerzo y pagar el valor agregado de estos lugares. Pagas un poco más, pero ganas en vínculos.

María José Guallar, Periodista