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Los tesoros y anécdotas que esconde el mar en la región

Buzos mariscadores contaron algunas de sus historias más extremas bajo el mar. Son privilegiados de presenciar "otro mundo", donde abundan embarcaciones hundidas, especies llamativas y vestigios de un pasado milenario.
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De vez en cuando, nuestros mares nos permiten conocer un poco de los secretos que por miles de años han escondido sus profundidades. El Biobío es una zona privilegiada en ese sentido, con bahías como las de Dichato, Concepción y San Vicente, extensos cañones y valles submarinos, e islas que guardan misterios milenarios, como la Quiriquina, Mocha y Santa María.

Sin embargo, el anuncio realizado por el Servicio Médico Legal de Concepción la semana pasada, no deja de sorprender a la comunidad científica y al país en general: la entidad confirmó que un cráneo humano encontrado hace 10 años por un buzo mariscador, en una zona entre la Caleta Tubul y la Isla Santa María, en el Golfo de Arauco, pertenece a un antepasado que probablemente pescaba en dicha zona hace más de 6.500 años.

Se trata de un hecho sin precedentes en el Biobío, y que se logró tras realizar un análisis de carbono 14. De esta forma, y en las palabras del curador del Museo de Historia Natural de Concepción, Eduardo Becker, nos encontramos ante el hallazgo antropológico más antiguo de la región.

Nada de esto se hubiese logrado sin el buzo mariscador, quien al momento de encontrar la pieza, estaba a 20 metros de profundidad.

¿Es normal encontrarse con objetos o piezas óseas en nuestros fondos submarinos? ¿Qué secretos y escenarios esconden nuestras aguas? La Estrella conversó con diversos buzos mariscadores de la zona, y varios fueron los relatos en torno a sus aventuras. Sin duda un privilegio que no todos pueden gozar, pero gracias a estos relatos de boca a boca, nos permiten echar a volar la imaginación y sumergirnos en otros mundos.

pueblo hundido

Octavio Salgado Muñoz es el presidente del Sindicato de la Caleta Pueblo Hundido en Lota, y desde que tiene 12 años es buzo mariscador, por herencia familiar. La existencia de una veta submarina, pisadas "que parecen de un ser prehistórico" y un tenso encuentro con más de 50 jibias son algunas de las historias que por largos años ha acumulado.

"Hace cinco años estaba buceando en un sector de la caleta, a unos 8 metros de profundidad y llegué a una cueva submarina, de unos dos metros de alto y 4 metros de profundidad. Nos metimos a explorar y logramos encontrar tremendos trozos de carbón", contó.

"También hay un sector que se llama 3 piedras, donde hay una forma que parecen pisadas prehistóricas. Todos nuestros buzos la ven", agregó.

Un buzo mariscador puede sumergirse hasta los 20 metros, y siempre debe planificar su viaje para evitar urgencias.

Fue en ese contexto, mientras estaba en la búsqueda del congrio colorado, que, relata Salgado "empecé a sentirme observado por varios ojos. En ese momento, el agua estaba muy clara, nada de turbia".

"De repente empiezo a mirar a mi alrededor y me encuentro a una jibia cambiando de color, con esos tremendos ojos negros mirándome fijamente. Miro a la derecha, a mi izquierda y arriba mío; estaba lleno de ellas, y todas como mirándome. Sentí un poco de miedo, pero después esperé y volví a la superficie sin problemas", cerró.

Finalmente, valoró que "bucear es increíble y adictivo. Es una sensación de estar volando. Tú vas a una piedra, miras unos ocho metros más abajo y te puedes trasladar con un par de movimientos y estar suspendido. Realmente se siente como volar. Es precioso además ver todas esas especies marinas, peces, crustáceos, conchas. Lo fundamental para aprender esto es buscar lugares tranquilos e ir acompañado de personas que ya sepan bucear, ir poco a poco".

Williams Parra Placencia es buzo mariscador de Caleta Tumbes y también ha vivido encuentros cercanos, hasta con un Pez Luna, que puede llegar a medir 3 metros y pesar más de mil kilos.

Aunque sin duda alguna, el recuerdo que más lo marcó fue cuando encontró una embarcación hundida en el sector El Chalaco. "Ese tiempo estaba malo para mariscar, así que decidimos ir a bucear. Fue entonces que nos pillamos con la estructura, que ya estaba como roca, fue increíble", manifestó.

También relató que "una vez andaba buceando en la Isla Mocha y había orcas. Cuando iba llegando a la superficie, mis acompañantes me avisaron que estaban como a unos 500 metros de nosotros. Yo quedé blanco. También, estando a más de 10 metros de profundidad, vi una gran aleta moviéndose. Quedé petrificado, pensaba que era un tiburón, y se movía lentamente. Esperé unos minutos quieto y pude distinguir a un tremendo pez luna, que parecía de otra era", comentó.

Fernando Cartes es buzo en Lirquén y detalla sobre el panorama que se puede encontrar bajo el agua que "es una costa que nos proporciona gran cantidad de historias. Desde embarcaciones hundidas, hasta mamíferos encontrados abajo por muertes que uno desconoce. Fuera de eso, el caso más conocidos por los caleteros en el sector La Cata, una supuesta columna vertebral de un dinosaurio fosilizada en una roca a unos 4 metros de profundidad, visible para los curiosos cuando hay marea baja".

"Cuando vas mar adentro hay sólo embarcaciones hundidas y antiguas, sin historias que proporcionen alguna noción de qué fue exactamente lo que les pasó. En la Isla Quiriquina también nos hemos topado con municiones usadas muy antiguas y se puede diferenciar la antigüedad de cada una de ellas, ya que muchas están con un coral muy avanzado en su exterior y para llegar a eso se necesitan muchos años", añadió.

Un lugar ideal para conocer más de nuestro pasado marino, es el Museo de Historia Natural de Concepción, que alberga verdaderos tesoros paleontológicos como la formación Quiriquina, una de las más interesantes del hemisferio sur del período Cretácico y que data de hace 66 millones de años. También la formación Tubul, un conjunto de origen marino, correspondiente a una de las unidades del Plio-Pleistoceno, con variedad de invertebrados marinos.

Desde el museo afirmaron que "en diferentes afloramientos de la formación Quiriquina han sido hallados fósiles de moluscos, como amonites, y numerosas vértebras, costillas, fragmentos de aletas y otros restos óseos de los plesiosaurios. Estos animales marinos podían llegar a medir cerca de nueve metros, estaban provistos de cuatro aletas dispuestas para la natación y poseían cuello y cola alargados".