"Tengo mucha fe en nuestra gente y en que los cambios que soñamos desde nuestra época universitaria están ad portas de ser una realidad". De esta manera, con tono tranquilo, pero no menos firme, Pablo Blaset Garrido (41), abogado de profesión, pero casi toda su vida laboral dedicada a la gestión cultural y artística en la zona, reflexiona sobre este nuevo desafío que emprende. Uno más, desde su paso por las aulas de la Universidad Católica de Concepción
"Desde mis tiempos de estudiante estoy muy ligado al mundo social. Fui presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica, en donde me tocó defender los intereses de cientos de compañeros, imposibilitados de continuar estudios por falta de plata, entre otra serie de luchas nos tocó dar. Afortunadamente, varias de esas luchas colectivas llegaron a buen puerto. Desde entonces, creo profundamente en la solución de los problemas por medio del diálogo franco y respetuoso, pero no por eso menos firme", comenta el hoy candidato al Parlamento.
Agrega que, estar durante casi dos décadas de manera ininterrumpida en el corazón de los barrios, compartiendo con las vecinas y vecinos, ya sea en la asesoría de diferentes problemáticas barriales, sindicales o, simplemente, para conmemorar y celebrar fechas e hitos comunales, fue uno de los principales motores que lo impulsó a embarcarse en lo que califica como "la mejor experiencia de su vida".
"He estado siempre ligado a los barrios y poblaciones de la zona. Conozco perfectamente las diferentes realidades de todas las comunas y tengo profundo cariño, aprecio y admiración por nuestra gente, trabajadoras y trabajadores. Particularmente a quienes ponen su alma en el arte, la cultura, la música, emprendedoras, artesanos y quienes día a día se desviven por un mejor porvenir, en condiciones de tanta desigualdad. También, por los estudiantes, y por todas y todos quienes nos dieron hoy la posibilidad maravillosa de reescribir nuestra historia; por un país más justo", indica con tono particular.
-¿Se emociona?
-Claro. Me emociona mucho vivir esta época. Fue muy duro y brutal todo lo que pasó. Pero gracias a ellos, a los valientes estudiantes y a la juventud en general, y a todos quienes salieron a las calles, tenemos esta oportunidad única e histórica de hacer de Chile un país más justo. Ellos fueron los que dijeron fuerte y claro: ¡basta de abusos! ¡Basta de esta desigualdad demencial! ¡Basta de los mismos de siempre! Es muy bonito hoy ser parte de lo que será un cambio significativo en la vida de millones de chilenas y chilenos.
-¿Cuál será su sello en una eventual diputación?
-Lo principal será dotar a las regiones, particularmente a ésta, de mayor poder de decisión. Hay que esperar para ver cuáles serán resoluciones que se van a adoptar en la Convención Constitucional, respecto de la nueva forma de Gobierno, divisiones territoriales, etc., pero creo firmemente en que la realidad de la zona es muy diferente a la de Santiago, Valparaíso o del Norte del país. La centralización es una de las principales piedras en el zapato para el desarrollo de nuestras comunas. Regionalización, cultura, educación, salud, medioambiente y un verdadero sistema de seguridad social. Eso no lo voy a transar.
-¿Qué cree hay que cambiar en el Chile de hoy?
- La actual "clase política", de manera urgente, que es la más deslegitimada en muchas décadas; con honrosas excepciones. Personas completamente desconectadas y alejadas de la gente los puso en esos cargos y para la que deben legislar. En la zona tenemos casos emblemáticos de verdaderas dinastías que por años han hecho muy poco para todos, pero mucho para ellos mismos. Por ejemplo, La famosa e ilegítima Ley de Pesca, que, pese a comprobarse la participación poco proba, por decirlos en términos elegantes, de parlamentarios, dejó muy claro que las cosas deben cambiar. Tenemos la energía, preparación y honestidad para hacerlo y que la gente vuelva a creer en sus representantes.
Toma aire, respira y finaliza: "Tengo la plena convicción de que juntos construiremos un país más digno para todas y todos. Tenemos la oportunidad histórica de renovar la política chilena de manera profunda. Apostemos por rostros nuevos, apellidos nuevos, gente con energía y ganas de ser su voz en el Parlamento. Hagamos este 21 de noviembre que los millones que decidieron en la calle que esto debía cambiar, se sientan orgullosos y sepan que nada fue en vano. Reescribamos juntos este nuevo Chile, inclusivo, justo y mucho mejor".
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