Tartamudez e inclusión
Recientemente, se conmemoró el Día de la Tartamudez (22 de octubre). En este contexto, como sociedad, el eje central debiera estar en cómo podemos favorecer la interacción con personas que tartamudean, pues las metodologías de intervención suelen generar en los ellos estrategias que, apuntan a fortalecer su comprensión de la dificultad en la fluidez y promover su comunicación por sobre sus dificultades en el habla.
Existen algunas claves para acoger a las personas que tartamudean, sin importar su edad, como atender sus necesidades escolares, de común acuerdo entre profesores, el menor que tartamudean y sus padres.
También se sugiere generar estrategias para potenciar a los menores escolares que tartamudean en tareas que sean más efectivas y facilitadoras en su aprendizaje, por sobre aquellas que le causan más ansiedad y angustia a la hora de desarrollar las tareas escolares, preguntando siempre a ellos mismos cuáles son esas.
Asimismo, promover sentimientos de efectividad que favorezcan su autoestima ante tareas que muestren sus potencialidades en áreas que van más allá de lo lingüístico o verbal; y poner atención a lo que las personas que tartamudean quieren expresar, por sobre el cómo lo hacen o los errores que comenten.
Además, es importante dar tiempos flexibles para que las personas que tartamudean se expresen y desarrollen sus ideas.
Finalmente, padres y profesores son fundamentales en el proceso de desarrollo inicial de los menores y como tales su refuerzo positivo ante el esfuerzo de comunicar es un eje que ayuda a generar ambientes comunicativos contenedores.
Columna
Claudia Figueroa, Académica Facultad Ciencias Rehabilitación, Universidad Andrés Bello