Talibanes ingresan a Kabul y el presidente huye de Afganistán
Dirigentes del "Emirato Islámico" ordenaron a sus combatientes "no torturar o molestar a nadie". Tras el abandono de la embajada canadiense, el primer ministro Trudeau dijo que seguirán colaborando con sus aliados.
Agencia EFE
El presidente afgano, Ashraf Ghani, abandonó ayer el país mientras los talibanes entraban a Kabul, donde muchos gobiernos sacaron a sus funcionarios de embajadas.
"Para evitar actos de saqueo en Kabul y que los oportunistas no hagan daño a la gente, el Emirato Islámico (como se autodenominan) ordenó a sus fuerzas entrar en las áreas de Kabul de donde salió el enemigo", aseguraron los talibanes en un comunicado.
Los talibanes, que habían asegurado que no entrarían en la capital hasta que se produjera una transición pacifica, dijeron que la población "no debe temer a los muyahidines". Afirmaron que sus combatientes entrarán en la ciudad "con calma, no se meterán con nadie. Los militares y los empleados civiles del Gobierno deben confiar en que nadie les hará daño". "No le está permitido a ningún combatiente entrar en casa alguna o torturar o molestar a nadie", agregaron.
Tras la orden, combatientes talibanes comenzaron a patrullar las calles, registrando a las personas que encontraban, para luego dejarlas seguir, según atestiguó Efe.
Poco antes, se anunció que Ghani había dejado el país, lo que acercaba aún más la victoria tras 20 años de guerra. En un video, el presidente del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional, Abdullah Abdullah, expresó su "esperanza" de que "Dios y el pueblo de Afganistán decidan sobre el expresidente, que abandonó el país y puso a la nación en esta situación", dijo Abdullah, que en el pasado llegó a compartir poder con Ghani.
Abdullah pidió a los ciudadanos "paciencia para pasar estos días difíciles" en los que espera, dijo, los afganos puedan encontrar una forma de vida pacífica. Éste y otros líderes integran el Consejo de Coordinación para la transición del poder.
Los talibanes se apostaron temprano al norte, oeste, y sur de los límites de Kabul, asediando todo el perímetro de la ciudad y con casi todas las provincias bajo su control.
El ministro del Interior, Abdul Satar Mirzakwal, había asegurado que Kabul no sería atacada, "ya que se acordó que la seguridad y el poder político de la ciudad de Kabul se entregarán pacíficamente bajo una administración de transición", dijo en un video.
El acecho había aumentado la presión para tratar de encontrar una salida de urgencia de parte de la población ante la probable caída de la ciudad, un temor que se cierne sobre funcionarios públicos, académicos, periodistas y, sobre todo, entre aquellos que han trabajado con alguno de los países que enviaron tropas a Afganistán para combatir a los insurgentes.
Estados Unidos, Canadá, Alemania, Reino Unido y España son algunos de los gobiernos que han anunciado la evacuación del personal de sus embajadas y de otros ciudadanos afganos que trabajaron con ellos durante estas dos décadas, aunque la entrada de los talibanes en Kabul puede complicar los planes.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se expresó "desconsolado" por el aumento de la violencia, pero aseguró que "seguirá trabajando con sus aliados" para que los esfuerzos de las últimas décadas en Afganistán no sean "en vano".