Mario Vera Sepúlveda
Pablo es un reconocido fotógrafo de la región, pero además es un padre de un pequeño diagnosticado con espectro autista. Cuenta que en este último año la relación con su hijo ha debido modificarse, tanto por su labor profesional, así como también por las restricciones sanitarias.
"Ahora es distinto, porque si bien él tiene un permiso que es acotado, así que de verlo los fines de semana, ahora me las arreglo para verlo dentro de la semana", señala.
Explica que esta decisión se fundamenta en las rutinas que los niños con esta condición usualmente tienen, especificando que en estas dos horas de permiso "no es lo mismo. No puedo traerlo a mi casa y volver a dejarlo en la de él, porque está acostumbrado a otra rutina, con sus fijaciones particulares".
Agrega que el tema del encierro ha afectado mucho a su pequeño, porque "no se puede llevar libremente a un parque, no tiene interacción con mucha gente y él está acostumbrado a un ritmo mucho más intenso, con más actividades".
Javier Andrade, padre de dos niños de 5 y 4 años respectivamente, cuenta que "ha sido complicado pasar tantos fines de semana en la casa, sobre todo porque era el momento que teníamos para hacer cosas en familia, sin estar pendiente del trabajo como en la semana".
Señala que si pasa un par de días sin que los niños salgan a un parque "se nota inmediatamente el estrés en ellos". Dice además que esto también se ve reflejado en la relación de pareja, donde la irritabilidad es mayor.
"Antes podíamos salir cada uno a hacer sus cosas y distraerse, tomar algo de distancia, pero ahora estar 24/7 encerrados es complicado", señaló.
Es tanto el tiempo de encierro, que muchos se olvidan que el sábado 15 y domingo 16 de agosto, del año pasado, fue el último que los penquistas tuvieron "libre". De ahí en adelante, para poder salir de casa, hay que pedir permiso en la Comisaría Virtual.
Relaciones estresantes
María José Millán, directora de la Clínica Psicológica de la Universidad Andrés Bello sede Concepción, aseguró que se ha podido observar cómo el confinamiento ha aumentado los niveles de estrés en la población, generando, además, por su carácter de obligatorio, respuestas de rechazo y oposición en algunas personas. "A esto se suma el aumento de las restricciones durante los fines de semana que, si bien limitan las posibilidades de esparcimiento de las familias, son cruciales a la hora de prevenir en un periodo con altas cifras y riesgo por Covid", destacó la profesional.
Sobre el estrés, indicó que podría afectar las relaciones dentro de la familia, pues algunos de los síntomas producidos son irritabilidad, dificultades en el manejo de las emociones, baja en la tolerancia, dificultades en el manejo de la frustración "lo que podría causar dificultades para responder a las exigencias cotidianas, entre otros. Lo antes mencionado podría observarse en aumento del maltrato infantil y el uso de formas de resolver los conflictos poco asertivas o más dirigidas hacia la violencia", añadió.
Millán dijo que al enfrentar este tipo de situaciones es importante intentar pensar en el bien común y en la necesidad de realizar algunas acciones que pueden no ser agradables, "pero que son necesarias frente al nivel de gravedad de la crisis sanitaria que enfrentamos".
"Al enfrentar este tipo de situaciones se debe intentar pensar en el bien común".
María José Millán,, psicóloga
15 y 16 de agosto de 2020 fue el último fin de semana sin cuarentena para Concepción