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27-F en pandemia: el recuerdo a 11 años del terremoto y tsunami

Vecinos afectados por el sismo en 2010 aseguran que la destrucción de casas y poblaciones que dejó la catástrofe no puede ser asimilada con los efectos que ha dejado el coronavirus.
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Mario Vera Sepúlveda

Exactos 11 años han transcurrido desde el 27 de febrero de 2010. El fatídico e inolvidable día en que un terremoto grado 8,8 sacudió a la región y al país, dejando como saldo 525 muertos. Fueron 230 las comunas que se vieron sacudidas, 370 mil los hogares afectados, 133 hospitales y 6.168 establecimientos educacionales dañados, ante lo cual el Ministerio de Vivienda y Urbanismo debió invertir $52 mil 568 millones en reconstrucción.

Desde aquella madrugada, poco a poco ha ido registrándose el levantamiento de las zonas más afectadas y generándose un cambio importante en cuanto a la cultura sísmica del país, dando un paso adelante en la materia. Sin embargo, la conmemoración de un nuevo aniversario del terremoto encuentra hoy a la región golpeada por los efectos que ha dejado la llegada del coronavirus al país.

"Uno está tan metida en el tema de la pandemia que ni siquiera me había acordado", comenta Ana Véliz, una de las personas que once años atrás, como muchos en la región, vio su hogar en el suelo.

Pese a ello, sus recuerdos afloran rápidamente y la transportan a esos días de angustia de hace una década. "A uno le da nostalgia y pena por todo lo que pasó", dice la dirigenta de El Morro, pero asegura que "no hay comparación entre el terremoto y la pandemia, porque ahí vimos una destrucción en cosa de minutos, y este bicho que ha estado instalado un año con nosotros es totalmente distinto, solo lo podemos comparar entre el temor que provoca".

Carmen Gloria Reyes, también chorera, comenta que "fue algo que nunca habíamos vivido a tal impacto, y eso generó miedo e incertidumbre".

También rememoró las fuertes réplicas que se registraron en los días posteriores, lo que sumado a la poca conectividad y comunicación de los primeros días aumentaba la incertidumbre. "Se rumoreaba mucho respecto a los saqueos, lo que generó un clima de mucho nerviosismo", añade.

En ese sentido, Reyes señala que fue complicado contener principalmente a los niños, quienes no dimensionaban la magnitud de lo que podía ocurrir. "Era doloroso después salir a caminar y ver tanta destrucción, ver las imágenes de Talcahuano fue muy chocante, y a la vez nos hizo agradecer que no tuvimos consecuencias tan graves como otras familias, pero fueron días traumáticos", recalca.

Al compararlo con la situación actual en pandemia, señala que "puede ser en cómo uno se comunica con los menores, que no dimensionan este tipo de catástrofes. Ahora, igual que el terremoto, generalmente uno toma mayor precaución cuando sufre directamente las consecuencias de lo sucedido".

Para Mauricio Luengo, residente de la población San Marcos, el terremoto "fue algo traumático", pero conscientes del peligro del mar, lograron salir de la zona a tiempo. "Arrancamos porque sabíamos que podía venir una ola y cuando volvimos al día siguiente encontramos la población y Talcahuano prácticamente en el suelo, era como una zona de guerra, con mucha destrucción y los días posteriores fueron bastante duros. Al ver todo esto con mis amigos del club Barcelota, decidimos hacer un campeonato de baby fútbol recolectando mucha comida y ropa que fuimos a dejar a Santa Clara y así aportar en algo".

A su juicio, no existe similitud entre los efectos del sismo y los de la pandemia, "porque me parece que en Chile no vivimos esa psicosis que se instauró post terremoto".

Soledad Vera se encontraba en Dichato con su pequeño hijo Tomás el día del terremoto, debiendo arrancar con lo puesto a uno de los cerros de la localidad, perdiéndolo todo. "No teníamos nada y por suerte un primo nos fue a buscar al otro día y nos llevó a Chillán, porque no sabíamos que hacer", recuerda.

Hoy, a 11 años, cuenta que recibió un departamento frente a la costa y que de vez en cuando mira con cierto temor el mar.

Sobre las comparaciones entre esa experiencia y la crisis sanitaria, dice que "solo podría ser comparable por el desempleo que se ha generado".

Reflejos del tiempo

El reportero gráfico Felipe González vivió de cerca la tragedia de la costera localidad tomecina, debiendo capturar momentos duros para los habitantes de Dichato, así como también otros que entregaban una luz de esperanza.

"De toda esa emergencia, de toda esa situación extrema, los niños le ponían esa cuota de felicidad, de esperanza y le tomé cariño a ir las tomas. Estuve yendo más de 4 años y las dirigentas ya me conocían", comenta.

En ese marco y tras revisar el material recopilado en esas visitas, nació la idea de averiguar qué ha sido de la vida de los niños que fueron retratados por su lente tras el 27-F. "Siempre fotografiaba niños de estos campamentos, así que me puse a investigar, a revisar las fotos y hacer un puente con los dirigentes de aquella época", añade.

Es así como logró contactar a varios de estos jóvenes, logrando hacer un antes y un después de quienes eran aún niños aquel difícil 2010. "Empezamos a hacer las fotos con ellos y me comentaban que algunos tenían pocos recuerdos, pero me comentaban que recordaban que había muchos niños con los que jugaban, que vivían varios en una misma casa, un poco apretados por el número de la familia", dice González.

Agrega que los jóvenes fueron recordando más y más anécdotas de esos días, cosas como el barro, una carpa de circo donde vieron el Mundial de Sudáfrica 2010 o las visitas del Presidente..

"Fue algo que nunca habíamos vivido a tal impacto, y eso generó miedo e incertidumbre.

Carmen Gloria Reyes

"Cuando volvimos encontramos la población y todo Talcahuano en el suelo, era como zona de guerra.

Mauricio Luengo

3.34 fue la hora del sábado 27 de febrero de 2010 en que se registró el devastador sismo 8,8.

525 muertos dejó en todo el país el terremoto y posterior tsunami del 27 de febrero de 2010.

230 comunas de todo Chile se vieron afectadas el 27F. El Minvu invirtió más de 52 mil millones.