Fútbol y pandemia
Nuestro escenario actual es conocido por todos: confinamiento, restricción de movimiento, distanciamiento social, protocolos de seguridad y sanitarios.
A ello sumamos dificultades psicológicas como el estrés, ansiedad, irritabilidad, decaimiento y principalmente: incertidumbre. Precisamente en este contexto, el fútbol retomó la actividad, debiendo lidiar con todo lo que mentalmente implica, emociones diversas, nuevas en muchos casos, y que nos encontraron con escasas herramientas para lidiar con ellas.
Esto es más que solo una apreciación u opinión. Un estudio realizado por Fifpro (Federación Internacional de Futbolistas Profesionales) y las Facultades de Medicina de Ámsterdam, entre marzo y abril con mil 602 futbolistas profesionales europeos, detectó que 22 por ciento de mujeres y trece por ciento de hombres presentaron síntomas de un diagnóstico de depresión y, a su vez, un 18 por ciento de mujeres y 16 por ciento de hombres, síntomas de un diagnóstico de ansiedad generalizada.
Lamentablemente, las consecuencias de la pandemia se extendieron hacia todos por igual, afectando tanto a jugadores como a quiénes le dan sentido a la experiencia de la competencia, los hinchas.
Los jugadores de un mismo equipo han debido separarse en distintos vestuarios para mantener el distanciamiento social, mientras que los hinchas no han podido pisar un estadio para alentar a su equipo.
Hemos intentado salir adelante, dando pasos firmes y mancomunados, respetando protocolos y restricciones, y hemos optado por saber que nos necesitamos para nuestro bienestar. Pero hoy por hoy es necesario seguir cuidándonos y estar separados por una pantalla, para que el día de mañana podamos encontrarnos en un espacio que mentalmente nos fortalece: un gol.
Columna
Rolando Sepúlveda, Académico Escuela de Psicología, Universidad de Las Américas