Penquista relata su vida en Beirut a un mes de la trágica explosión
Carolina Ortiz llevaba menos de una semana en el Líbano cuando ocurrió la catástrofe. Hoy cuenta cómo la ciudad intenta volver a la normalidad.
La vida de la profesora penquista Carolina Ortiz Jerez ha tenido muchas aventuras en diferentes países del mundo, pero nunca vivió algo como lo sucedido el pasado 4 de agosto en Beirut, cuando 2.750 toneladas de nitrato de amonio estallaron en el puerto libanés, a 1.5 kilómetros de su casa.
Ortiz había llegado a la capital de Líbano sólo unos días antes, el jueves 30 de julio, junto con sus tres hijos y su esposo, quien es profesor y forma parte de una red de colegios ubicados en diferentes partes del mundo. Fue así como había estado antes en Rusia y en Guatemala.
A un mes de la explosión, la profesora de Historia y Geografía de la Universidad de Concepción contó a La Estrella que se cambiaron de departamento y que las calles de Beirut ya están limpias del vidrio que permaneció durante dos semanas.
"Los primeros días y semanas era muy difícil salir a caminar y hacer trámites. Costaba mucho salir por el vidrio y porque tampoco estaban los ánimos. Todos estábamos con una cara de angustia porque todos íbamos a hacer cosas puntuales y muy rápido", relata.
En el momento de la explosión, Carolina Ortiz estaba en su casa, mientras que su esposo estaba con sus dos mellizas de cuatro años de edad y su hijo menor, de dos, en la calle. "Tuvimos suerte todos porque ninguno de nosotros sufrió lesiones, cuando perfectamente podíamos haber sufrido daños. Yo sentí la onda expansiva y el movimiento de la tierra. Se rompieron vidrios de los edificios y algunas ventanas cayeron de cuajo hacia las habitaciones", contó.
El aspecto psicológico de toda la familia ha sido uno de los más importantes. Ortiz dijo que "los niños estaban más nerviosos al principio, pero después se les pasó. Les mostré videos y les dije que fue un accidente. Una de ellas me ha preguntado más, la otra como que reflexiona y de repente hace comentarios. Se dieron cuenta de que tuvimos suerte".
Uno de los aspectos que más llamó la atención de la penquista, fue la realización de un funeral a un vecino que vivía en su misma calle. "Desde el departamento antiguo lo vimos. Un colega nos contó que se trata de un rito cristiano con mucha música, ya que aquí no son musulmanes. El duelo allí dura 40 días, con flores fuera de su casa", indicó.
A pesar de la gravedad de la explosión, la familia de Carolina Ortiz seguirá sí o sí en el Líbano. "Ahora ya estamos más asentados y tranquilos. Hoy fuimos a las cuevas de Jeita y pudimos pasar por afuera de la costanera y ver edificios destruidos, pero las calles están más limpias. Ya se ha iniciado el proceso de reconstrucción, con la reposición de las ventanas. Lentamente está retomando su cauce".
Añadió que "el día siguiente de la explosión estaba todo silencioso y eso me impresionó mucho, pero ahora se está intentando volver, entre comillas, a la normalidad. Los vendedores de verduras ya están, el comercio se está abriendo y se necesita continuar".
La profesora actualmente está sin trabajo, pero con esperanza de encontrarlo, a pesar de la crisis económica que sufre el país. "Mi marido sí va a trabajar, mis hijos empiezan el jardín el lunes porque la situación del covid está más controlada. Estaban encerrados desde marzo".
En cuanto a la situación política, señaló que "hay una masa crítica importante que se expresa en los medios y en redes sociales, pero no he visto un movimiento social con protestas muy masivas. Las que existen, se concentran en el sector que está frente al lugar de la explosión".
"Hay edificios destruidos, pero las calles están más limpias. Ya se ha iniciado la reconstrucción.
Carolina Ortiz,, profesora en Beirut
RESCATISTAS CHILENOS
Entre los equipos de rescate desplazados a Beirut para la búsqueda de cuerpos se encuentra Topos Chile, quienes el fin de semana descartaron que hubiera signos de vida entre los escombros de un edificio, donde hace unos días creyeron detectar una persona respirando. El jefe del grupo de voluntarios chilenos, Francisco Lermanda, explicó que la respiración que habían detectado el pasado jueves era la de otros rescatistas que había en ese momento dentro del edificio derruido. La devastadora explosión ha dejado 191 muertos y más de 6.500 heridos.