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Sobrevivientes del covid-19 relatan las secuelas del virus

Hay desde los que no presentaron síntoma hasta los que tuvieron disneas, taquicardias y neuropatías post UCI.
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Karen Loreto Retamal

Todo lo que sucede con el Covid-19 es desconocido. Por eso, quienes lo han vivido, califican su efecto como una ruleta rusa. Cuatro penquistas relatan cómo sobrevivieron al virus, los efectos que dejó en ellos y cómo el resto ha reaccionado a su contagio.

Carla Durán es enfermera de Gestión del Cesfam de Loma Colorada. Fue ahí donde el virus la encontró. "Me contagié por una funcionaria, que también es administrativa. Su contagio fue por fuera, pero el mío pasó a ser laboral", relata la profesional, quien pasó sus días de cuarentena (10 días) en la residencia sanitaria implementada en el ex Hotel Terrano desde que fue confirmada el 25 de mayo.

Entre sus síntomas, que ninguno llegó a agravarse, hubo cefaleas (siete días), taquicardia y disnea, además de mialgia y fiebre. Sin embargo, quedó al principio con algunas secuelas. "A modo de alta me hicieron hacer algunos exámenes porque se me mantuvo la taquicardia y la disnea, pese a que estaba bien respiratoriamente. Se pensó que podía tener una secuela cardíaca. Me hice unos exámenes que salieron buenos, menos mal. Pero sí se me mantuvo eso de que hablaba y me cansaba, tenía que tomar aire a cada rato o ante el mínimo esfuerzo, tenía taquicardia. Con los días se me fue pasando esa sensación. Ahora diría que no tengo casi nada", cuenta. Antes de volver a casa, eso sí, se hizo un examen de inmunoglobulina para determinar si era contagiante o no y volver tranquila.

Al trabajo aún no regresa, pero, confiesa, "uno tiene el temor de cuidarse mucho más que antes, más precavida aún. Hay que extremar las medidas porque podría contagiarme de nuevo. El miedo más grande es contagiar a los cercanos".

Añade que entre sus vecinos de edificio hubo buena onda, pues "quedó mi pareja y mi hijo acá. Con los protocolos para llevarme a la residencia, los vecinos se enteraron. Hablamos por el WhatsApp interno y les contamos. Pero se portaron súper bien. Ayudaron a mi familia con la basura, a ofrecerse a comprarles cosas, porque ellos estaban en cuarentena. Se produjo algo muy bonito y solidario. Estoy muy agradecida".

El más grave

Pablo Lillo es un sobreviviente. Pasó casi un mes internado en la Clínica Biobío desde donde, cuenta, "estuve dos veces a punto de morir". Al haber permanecido intubado, las secuelas del covid-19 son mucho más agresivas, por lo que hoy va paso a paso para volver a su vida. "En lo físico, aún estoy con problemas de movilidad, perdí grasa y masa muscular. Camino 200 metros y me tengo que apoyar en bastones, porque me canso muy rápido. Estoy con rehabilitación tres días a la semana desde que terminé la cuarentena".

"A nivel intelectual tengo un poco de pérdida de memoria, que me dicen que iré recuperando y ordenando de a poco. Me ha costado mucho. Estoy terminando un master y el mes que estuve desconectado me ha costado retomar, estoy con problemas de concentración brutales. Pude sacar mis asignaturas, y ahora estoy haciendo la tesis, pero no es lo mismo de antes. Siento la diferencia. Antes hacía súper lectura y ahora no, leo como cualquier mortal", detalla, añadiendo, eso sí, que hoy se estresa menos y está más tranquilo con los estudios, sobre todo porque ha recibido el apoyo de sus profesores y de la universidad.

Pablo se mantuvo por todo mayo en su casa sin salir. Ahora, como vive cerca de la Laguna Grande, sale a estirar las piernas. "Para mí ha sido un maratón. Ahora estoy haciendo lo mismo, salgo al Anfiteatro y vuelvo. Volví a conducir, pero en casa son automáticos. No me atrevo con uno manual, pues no tengo sensibilidad en los pies por la neuropatía post UCI. Me advirtieron que eso dura cuatro meses, pero voy en el segundo. Eso sí, noto que se va yendo. Como los nervios se reactivan, siento como si un cuchillo viniera dentro y afuera. Son consecuencias de haber estado en coma en la UCI", dice.

LEves

Viviendo en Nueva York pilló el virus a Edinson Oportus. El penquista se mantuvo solo en su habitación combatiendo al coronavirus, sin contarle a su familia en Chile. Hoy ya está bien. "Es maravilloso estar recuperado", dice.

Eso sí, cuenta que como "herencia" del coronavirus "sí notaba un poco de cansancio. El cuerpo queda un poco resentido. Ahora una secuela puede ser que subo las escalas y me canso más de lo habitual. Es lo único. Quizás es porque están los gimnasios cerrados y desde marzo que uno no hace actividad física".

Como en Estados Unidos ya han ido retomando la actividad, Edinson relata que cuando la gente se enteró que le ganó al virus no hubo recelo. "Acá están más relajados y acá no hay tanto pánico con el cuento. La gente en lugares cerrados usa la máscara y en lugares abiertos no. La ciudad está volviendo a su ritmo habitual", expresa.

Eso sí, si bien está recuperado, "el miedo a contagiarse de nuevo siempre existe, pero si me subo al metro, estoy protegido. Así como cuando entro a una tienda, con mascarilla puesta. También mantengo la distancia social".

Diederik Avello no sabe dónde se contagió, solo que no fue en la farmacia donde trabaja. "Puede haber sido en la micro, tocando algún producto o cualquier cercanía con una persona", indica sobre cómo dio positivo.

"Me dio fiebre rápido, de un tiro. En la mañana ya no tenía. Pero en la tarde me dio de nuevo y me dio fuerte. Tenía mucha fiebre, solamente eso", detalla. Avisó a su trabajo y fue a la clínica a hacerse el examen el 21 de mayo, y al otro día le dijeron que era positivo.

Durante los 14 días se mantuvo sin síntomas y hace una semana y media volvió a trabajar. Se ha sentido bien y no ha tenido secuelas. Lo que sí ha extremado han sido los cuidados, mientras que en el trabajo lo recibieron bien, pero poniendo la distancia. "Aunque yo igual lo hago para evitar un contagio".