Evelyn Silva Cisterna
Ellos en medio de la crisis vieron una oportunidad. Así fue la reacción que emprendedores de la caleta Tumbes tuvieron tras el terremoto y maremoto que estremeció las costas de la región del Bío Bío el 27 de febrero del 2010. Un desastre natural que arrasó con gran parte de sus viviendas y lugares de trabajo, dejándolos prácticamente con nada. Aún así tuvieron la energía para reinventarse.
En las orillas de esta caleta en Talcahuano hay 12 cocinerías, que se encuentran situadas, después de lo sucedido ese año, para los comerciantes que durante toda la vida habían trabajado y vendido ahí pescados y mariscos.
Antonio Espinoza es uno de ellos. De familia de pescadores, ha pasado toda su vida en el mar. Cuenta que cuando vio que el mar se salía, solo le importó que sus hijos estuvieran a salvo, porque las cosas materiales las podía volver a tener.
"Cuando comenzó el sismo, pensé de inmediato en mi lugar de trabajo que quedaba en la orilla de la caleta, este era un rancho de madera, bien rústico. Luego cuando lo fui a ver me di cuenta la fuerza que tiene el mar, ya que había arrasado con todo. Aún así, nunca nos dimos por vencidos", recuerda Espinoza.
Volver a empezar
Tiempo después empezaron a trabajar en ese mismo sector. Y no olvidan el apoyo de Felipe Cubillos, impulsor del Desafío Levantemos Chile, quien fue una de las personas que más incidió en la recuperación de los tumbinos.
"Obtuve esto gracias a Felipe Cubillos, quien nos ayudó a revivir la caleta. Ahora hay más turismo gastronómico y la pesca artesanal, día a día, va perdiendo su puesto", expresa Corina Lisboa, dueña de una de las cocinerías.
Para ella, el 27/F fue una terrible experiencia, la que no le gusta recordar, ya que estuvo por mucho tiempo con miedo y le costó, incluso, ir a la orilla del mar. Aún así, volvió y no se arrepiente.
"Esa noche contemplaba el mar y lo vi tan quieto. De repente, vi una nube negra que dejó todo a oscuras, quería arrancar, estaba desesperada. Trataba de rezar y no podía seguir. Ahí salimos y de repente miré el agua y empezó a girar como una lavadora. Ahí arrancamos al cerro", cuenta Corina.
Su negocio desapareció y parte de su casa quedó destruida, por lo que, junto a su familia, estuvieron 13 días viviendo en el cerro hasta que le dieron una vivienda y uno de los containers para volver a armar su local.
Ahora vende empanadas y diferentes platos del mar, emprendimiento que sostiene la mayoría de los gastos de su familia.
Así también lo hizo Victor Nova, quien ahora cuenta con un restaurante al frente de la caleta. Antes del maremoto, junto a su familia, tenían un pequeño negocio y después de lo acontecido, se atrevieron y emprendieron con un local de comida, el que llamaron "Costa Nova" y lo construyeron a fines de 2010.
"Teníamos solo el techo, pero había que levantarse igual. Vimos el lado positivo y se nos ocurrió hacer un restaurante, era mejor para nuestra economía. Nos costó, porque hicimos todo solos y ahora estamos súper bien. A partir del tsunami hicimos este emprendimiento", dice Nova, dueño del local de comida.
12 cocinerías son las que se encuentran situadas a las orillas de la caleta Tumbes, en el puerto.