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Se organizaron para renovar Santa Clara

La población chorera quedó devastada tras el megasismo. Vecinos ayudaron a su reconstrucción.
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Alfonso Levet

Gonzalo Venegas, Rodrigo Elgueta, Marianela León y Mauricio Betancourt no se conocían y eso que habían vivido toda su vida en la población Santa Clara, en Talcahuano. Habían pasado días desde el terremoto y la necesidad de ayudar a los vecinos y de sacar adelante al barrio acabó por unirlos.

"A mí el terremoto me pilló en Santiago", cuenta Venegas. El comerciante emprendió el regreso apenas se sintió el movimiento. Se demoró 12 horas. Según dice, no dimensionó el desastre hasta que llegó al lugar. "Había una cota de agua de un metro y medio, la población era un pueblo fantasma", señala. De lo que pudo salvar, 100 quintales de harina se repartieron entre cercanos, vecinos y gente que no conocía.

De ahí en adelante, relata, hubo que armarse de coraje, porque la gente no sabía qué hacer, ni tampoco cómo organizarse. "Por petición de mi hermana, conformamos una nueva junta de vecinos con los pocos valientes que se atrevieron a tomar ese fierro caliente".

Los recién formados dirigentes tuvieron que aprender rápidamente lo que significa representar a todo un barrio. Al final "terminamos conformando un grupo extraordinario", dice.

La directiva

Hasta antes de organizarse, Marianela León era la única que había ido alguna vez a las reuniones de la junta de vecinos. "Al principio no sabíamos bien del funcionamiento, pero Gonzalo nos organizó rápidamente y pasó de ser del vecino al que le compraba pan al que nos organizó a todos".

Confidencia que, aunque no se ven todos tan seguidos, "el haber participado de esa directiva nos marcó a fuego a todos nosotros, ahora hay una amistad y un vínculo para siempre".

Rodrigo Elgueta, otro de los vecinos del sector, y el único que tenía acceso a internet por esos días, relata que "armamos la directiva y empezamos a gestionar enseguida, en el papel yo era el prosecretario, pero la verdad es que todos terminamos haciendo un poco de todo, pero bien organizados".

Así comenzaron a recibir la ayuda de los propios vecinos para sacar al barrio adelante. "No había mano de obra, porque no se podía movilizar la gente tampoco, así que los mismos vecinos trabajaron en lo que hubo que hacer", afirma.

Elgueta acota que "quedaron cosas pendientes, como la pavimentación de parte de la población, o incluso el alcantarillado de algunas calles". "Lo cierto es que no pudimos seguir trabajando, porque yo quería continuar con ellos, y los vecinos quisieron sumar a personas nuevas; yo no tenía energías para volver a empezar con otro grupo, pero lo que se hizo fue y es muy valorado por los vecinos", apunta Venegas.

En estos 10 años, a los que fueron de la directiva "a algunos le han dicho, 'esta casa es suya, vecino, ustedes la consiguieron', y eso es un tremendo reconocimiento", cierran.