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Dirigenta de El Molino: "Queríamos algo digno"

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Los vecinos de Dichato que perdieron sus viviendas durante el tsunami debieron vivir por más de dos años en un campamento bautizado como "El Molino". Tamara Anabalón, quien fue secretaria de la directiva, aún se emociona y sufre al recordar todo lo que perdió. Desde su trabajo como peluquera, hasta su casa.

Hoy, reinventada como almacenera en la Villa Horizonte, contó que "llegamos a vivir a un cerro, que tenía un barro rojo que se pegaba a la ropa y no salía más. Tuvimos que ripiar. Había baños en contenedores para más de cien familias. Dividíamos El Molino en seis sectores y nuestra relación como vecinos era buena, estábamos unidos por el sueño en común, que era tener nuevas casas. Incluso nacieron niños mientras estábamos en el campamento. Algunos ahora vienen a comprar a mi negocio".

Tamara detalló que, en esos dos años, "se nos dijo que en la costanera de Dichato no podíamos edificar, pese a que ahora ese sector está todo construido e incluso hay locales instalados. Luego, a los comerciantes nos llevaron al 'mall provisorio' que todavía continúa. Finalmente se nos dijo que nos edificarían casas pareadas y nosotros queríamos individuales. Queríamos algo digno y por eso cortábamos la calle. Pero nosotros no sabíamos ni protestar. Nos asustábamos. Nos manifestamos harto, porque después de dos años del terremoto aún no había nada. Al menos ahora tenemos nuestras casas, aunque nunca será lo mismo".

Víctimas del Alto Río superaron trauma socializando la tragedia

La creación de la fundación que lleva el nombre del edificio los ayudó a encausar el drama y transformarlo en una fuerza que hoy trabaja para crear conciencia y traspasar los aprendizajes que dejó terremoto del 27/F.
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Mario Vera Sepúlveda

U n sonido gutural y centésimas después, el caos. Gritos, llantos, caídas de muebles, ventanas, paredes y el piso que no se dejaba de mover. Así recuerdan la madrugada del 27 de febrero de 2010 quienes estaban en el edificio Alto Río, destruido por el terremoto 8.8 en la escala Richter y que se convirtió en icono del 27/F.

"Estaba adentro del edificio con mi señora y mi hijita, que tenía 11 meses. La voy a buscar y se cae el edificio, quedo atrapado, mi señora por un lado, yo en otro y mi niña en su pieza. La escucha llorar, pero estaba con la incertidumbre de las condiciones en las que estaba". Así relata Cristian Fernández los primeros instantes del sismo y colapso del Alto Río.

A 10 años del trágico episodio, el sobreviviente agrega que tras ser rescatado, cerca de las 11 de la mañana, debió ser intervenido de las vértebras C4 y C5. Hoy, afirma, ha logrado salir adelante socializando la situación con otras víctimas del edificio.

Opinión que comparte Marcelo Bravo, quien señala que a 10 años los recuerdos tienen otros matices, pero que "se sale adelante cuando uno colabora con otro, no solamente en la emergencia, sino que como ejercicio, como practica y entendiendo que hay otras personas que necesitan ayuda y colaboración.

Cuando uno toma conciencia de aquello es mucho más fácil", asegura.

Traspasar aprendizaje

Justamente esa vinculación con las otras personas es lo que Mónica Molina, presidenta de la Fundación Alto Río, cree necesaria para evitar que se repitan situaciones como las que a ella y a otros tantos chilenos les ocurrió en la emergencia.

La directiva de la entidad, nacida dos años después del terremoto, en el décimo aniversario de la tragedia dice estar bien y enfocada totalmente en su labor, ayudando desde su quehacer diario.

"Mi experiencia está íntimamente vinculada a lo que hago hoy día y con los propósitos de vida que me he planteado... Necesitamos instalar y traspasar el conocimiento adquirido a la sociedad civil, en las políticas públicas, en los planos reguladores, en la formación profesional de nuestros jóvenes. Tenemos desafíos importantes con las lecciones aprendidas".

Marcelo Bravo reconoce que se ha avanzado en diversos aspectos, pero siente que aún queda mucho margen, principalmente desde lo constitucional. "La Constitución que tenemos hoy en día no ampara, no vela por los derechos ciudadanos, sino por las cosas, por el dinero... entonces cuando a alguien le pasa algo como esto, se le hace muy difícil salir adelante", sostiene.

Indica que se debe realizar una transformación en diversas materias para estar mejor preparados.

Proceso judicial

Tras declararse culpables a tres ejecutivos y el ingeniero calculista de la constructora Socovil por el colapso del edificio Alto Río, se les condenó al pago de cerca de 2 mil millones de pesos, hecho que aún no se concreta, según informó el estudio de abogados Fuentealba-Hernández, representantes de las víctimas. Recordemos que el edificio fue totalmente demolido el 2011 tras los peritajes correspondientes. Sobre la situación, parte de las víctimas indicaron que es incomprensible que aún no se pueda cumplir la sentencia reparatoria a casi 7 años del fallo. Hoy, a las 21 horas, se realizará una velada en el sitio en el cual estaba ubicado el edificio.

8 muertos dejó el colapso del edificio Alto Río en Concepción. Hoy es un sitio baldío.