Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Deportes
  • Clasificados
  • Tiempo Libre
  • Estrellas

Locatarios cuentan las historias junto al cine de la Galería Ramos

En sus años de mayor apogeo, el cine Alcázar atraía clientes hasta el horario nocturno, después de su última función, cerca de la medianoche.
E-mail Compartir

Alfonso Levet G.

Construida a fines de los '50, la Galería Ramos se cuenta entre las más antiguas del centro de Concepción.

En la tienda Ramos, Ximena Sepúlveda relata que "una vez que llegó don Eleuterio Ramos, estuvo trabajando, y cuando ya tuvo sus recursos compró la propiedad y construyó el edificio (1958)".

El local de la propia tienda Ramos siempre estuvo hacia Caupolicán, pero la idea original era distinta a lo que se conoce hoy. "El proyecto era un edificio en altura, un hotel. Luego se decidió construir hacia adentro, tener locales comerciales y habilitar una sala de cine".

María Vega, que trabaja en una de las peluquerías desde 1980, opina que "nada ha cambiado tanto, las galerías eran como lo que actualmente son los malls, encontrabas de todo, y se ha mantenido la clientela familiar".

El cine alcázar

De los años de mayor apogeo, Vega recuerda que "la gente salía del cine y pasaba a las tiendas, o al revés; antes la galería cerraba tarde, porque la última función era cerca de las 9 de la noche, y los locales cerraban como a las 11 (23.00 horas)".

Aunque cerrado hace varios años, perdura y se repite el recuerdo de las funciones rotativas de películas.

Una de ellas es María Isabel Meza, que hace 50 años trabaja en la reparadora Grillo, "y hasta que el Señor me diga 'hasta aquí llegas', porque todavía me la puedo".

Isabelita, como la conocen todos, recuerda que no se perdía las películas de Sarita Montiel, Sandro o Raphael: "Mi mamá me esperaba a que saliera del trabajo, me traía un sanguchito y nos pasábamos al cine".

Clientela fiel

Siendo una de las voces antiguas del centro comercial, Isabelita cree que "ya hemos pasado tiempos difíciles antes, pero nunca tan complicado como ahora, porque hay poco público... hay que trabajar y esperar en Dios que todo se solucione".

En el segundo piso del edificio, en la peluquería Oriente, Bonifacio Tiznado concuerda con la apreciación. "Viene mucha gente mayor, que ha sido cliente por muchos años, gente de edad, como los que trabajamos", comenta con una sonrisa.

"Tengo más de 70 años y quiero seguir hasta los 80", confidencia el peluquero que llegó a trabajar hace 40 años al centro, a la Universitaria, y desde poco antes del terremoto de 2010, a la galería Ramos.

La galería es también presente con actividades en su pasillo principal del primer piso (que conecta con otras galerías, como la Montserrat y la Santander, antes conocida como "la del español"). Uno de esos eventos es el Proyecto Vermouth. "Ellos nos hicieron la consulta de si podían hacer sus eventos de cine, porque trabajan precisamente con galerías antiguas, y ha salido todo muy bonito", dice Ximena Sepúlveda. Ella cree que este momento también quedará atrás. "Los locatarios tienen muchas historias, muchos de ellos podrían decir que han estado toda su vida trabajando aquí".

"Antes la galería cerraba tarde, porque la última función era cerca de las 9.00 de la noche".

María Vega,, estilista