Angélica Vásquez V.
Que curioso resulta ver decoración de Navidad en las tiendas. Son pocas, o se ven pocas, entré a algunas y se me producen sensaciones encontradas. Por un lado confieso mi cariño y alegría por todas las luces, brillos, guirnaldas.
Siempre en estas fechas pensaba en hacer el árbol y lanzarme con la decoración. Pero ahora todo ha cambiado.
Es muy extraño verlas. La vida continúa pero todo ha tomado un significado potente. Extrapolo esta situación a tantas situaciones que nos han pasado en la vida y que nos hacen sentir ajenos a ciertos acontecimientos que a todos convocan.
Me pasó y les pasó, estoy segura de eso.
Pero todos coincidimos en una cosa. Hay que encontrar el camino para volver a nuestro centro.
Hasta ahí todo bien, pero ¿y si no fuera necesario volver a nuestro centro y todo se nos da como señales amplificadas de un nuevo comportamiento y en el fondo se nos pide desde arriba vivir mejor?
Suena complicado pero no lo es. En realidad ese es el verdadero y sano curso de las cosas.
Dicho de manera más simple, esa normalidad a la que siempre queremos volver ya no existe, no es real.
Le digo lo mismo a la persona que atiendo en terapia. ¿Por qué quiere ser cómo antes? ¿En serio cree que perdió algo? Nada, no perdió nada.
Fue una etapa, linda o fea, pero etapa y ciclo... nada más. Sigue estando entero, completo, sigue íntegro.
Se le cayeron velos, eso sí, le sacaron caparazones de ego, eso sí, y muchos.
Maravilloso ¿verdad?
Lo de nuestro país ahora es un mágico retorno a la autoreflexión, piense entonces en cómo fluir, confíe y deje que todo siga su curso.
Sin olvidarse de agradecer... así que bienvenida esa decoración y luces, cada uno lo tomará de la mejor manera posible.