Secciones

Angélica Vásquez V.

E-mail Compartir

Hay un canal de películas antiguas, pero de esas antiguas 2.0, en blanco y negro, mexicanas. Ahora ¿cómo llegué a ese canal? Buscando algo... pero la escena siguiente es la más bizarra del mundo: un trabajador humilde, se enamora de una niña rica y como ella lo desprecia, él le escribe una carta a su madre pidiéndole que venda todo. Casa, terreno, muebles, todo, porque necesita el dinero, Sí, así sin más, un hijo en el México bravo tenía más peso que una madre. Tranquilamente le daba una orden que no se ejecutó, porque el cartero no llevó el sobre. No sabía si reír o llorar, me pareció un acto tan patudo de ese hijo. Que no había aprendido nada. En vez de valorarse, quiso impresionar a la niña. Eso es una cosa, pero lo que en realidad me daba vueltas fue la forma en que se pasaba a llevar a esa madre, o sea, a una mujer. Era una película, pero le encontré tantas similitudes con la realidad, esa realidad terrible a la que todavía se le quiere bajar el perfil. Cómo no voy a estar contenta con la visibilización que se ha hecho de todas las situaciones que se normalizaban y se pasaban por alto. Yo participé en la gran marcha 8M que, aparte de todo, ha sido la más pacífica a la que he ido. Y me pueden dar cientos de datos y estadísticas sobre cambios y demases, pero aún hoy, en el 2019, a tres meses de terminar el año, siguen denunciándose hechos tan abusivos como el de la película en el que se pasa por alto todo, respeto, cariño, cuidado y más. De los femicidios ni hablar, pretenden que nos sorprenda una entrevista de carácter urgente por parte de alguien de gobierno para hacer sentir que se tomarán cartas en el asunto. Pero no es así. Son las pequeñas grandes cosas las que harán la diferencia. Deseo de todo corazón que esto quede en algún momento sólo como una horrible escena sobreactuada de una película antigua. Y no como el día a día silencioso y normalizado por sobrevivencia en tantos lugares. Seguiré haciendo terapias, seguiré comunicando, seguiré porque se necesita y el cambio lo hacemos todos.


De películas antiguas y más...