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La inclusión en la universidad es la motivación de Florencia Iriarte

Lidera un programa que busca darle acceso académico a jóvenes con discapacidad intelectual.
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Karen Loreto Retamal

Si tuviera que hacer un repaso de su carrera laboral, Florencia Iriarte describe que han sido 13 años ligados al mismo lugar, de grandes desafíos; de tratar de hacer cambios significativos y aportar a la formación universitaria de aquellos que hasta hace poco, no habían sido incluidos.

Ella es la directora del Programa Diploma en Habilidades Laborales de la Unab. Un título que si bien puede hacer que se piense en algo determinado, lo cierto es que es único en la región. "Llevamos 13 años trabajando por la inclusión a la vida universitaria y también en la laboral como meta última del programa. Este está enfocado a ofrecer una alternativa educacional universitaria a jóvenes con alguna discapacidad intelectual. Ese es el foco. Hoy, de alguna manera se ha avanzado en el acceso a la educación superior de jóvenes o estudiantes con discapacidad física o sensorial no así de la intelectual. Acá hay donde más hay necesidad de espacios", comenta la profesional.

Florencia partió en Santiago en este desafío. No había tenido otra experiencia laboral, por lo que ha crecido con acá y también lo ha hecho florecer en tres ciudades del país. Concepción es el último destino desde 2014.

"Partí como coordinadora académica cuando el programa se inició en la capital. Cuando se vio un poco que este programa tenía un impacto entre los alumnos que lo cursaban, la comunidad estudiantil y académica, se pensó abrir este programa en regiones. Se me ofreció apoyar la construcción y levantamiento en Viña del Mar en 2011, como secretaria académica. En 2014 me ofrecen el traslado a Concepción para quedarme a cargo del programa", relata.

Hoy, tras más de una década de formación y también de aprendizaje para ella, está feliz, pero con ganas de seguir aportando en este desarrollo. "Sigo aprendiendo de este proceso que es la inclusión, que es continua y no termina nunca. Hemos tenido desafíos maravillosos como este año que vino desde Estados Unidos un alumno, que es ciego, a cursar el programa. También abriéndonos a la discapacidad visual. Cada alumno es un mundo, así que aprendiendo de cada uno", añade.

El programa

Para Florencia, el aporte que están haciendo a los jóvenes con discapacidad cognitiva es valiosa. Ellos no solo se pueden integrar a la sociedad universitaria, sino que también optar a mejorar su calidad de vida, ser independientes y aprender nuevos conocimientos.

"Todos los años hacemos un encuentro de egresados anual. Estamos también (a veces es bien acotado) haciendo monitoreo, seguimiento a los egresados. Hay empresas que se van pasando el dato, de que están preparados, porque no solo lo hacemos en el aspecto laboral en un oficio, sino que también en el socioemocional. El plus que entrega el programa es importantísimo. Las empresas nos van recomendando y nosotros vamos a apoyar el proceso de intermediación laboral dentro de nuestras posibilidades", cuenta Iriarte.

También se invita a los egresados a jornadas de inclusión laboral. En ese sentido, comenta que "siempre estamos preocupados. Los alumnos generan un fuerte lazo de pertenencia al interior de la vida universitaria. En la universidad se sienten parte, participan activamente del ambiente y generan lazos de amistad. Muchas veces la experiencia previa en los colegios no ha sido la mejor, pero acá se generan las amistades, comienzan a pololear. Tenemos una alumna que está viviendo sola, postuló a un subsidio. Otra alumna que después del programa sacó una carrera técnica. Para algunos estudiantes esto ya es un puente para llegar a algo tradicional. Para otros es el proceso para poder trabajar y otros para la autonomía, autoestima. Cada alumno avanza en la medida de sus necesidades, capacidades y apoyo que tenga en este proceso. Queremos que esta experiencia sea lo más enriquecedora posible".

En ese sentido el programa ha avanzado de manera óptima, generando redes, por ejemplo, con empresas y se ha hecho más difusión. "Hay un 60% que están egresados y están trabajando en distintas empresas e instituciones de la región, como Versluys, Nueva Más Vida, Roggendorf, Puerto de Coronel, Puerto Lirquén, Colegio Almondale, Kingston. Un sinfín de empresas que se comprometieron como centros de práctica y posteriormente finalizado el proceso regular del programa les han ofrecido quedarse y un contrato. Trabajamos en red no solo con las empresas y las familias que cursan el programa, porque esperamos que sea facilitadores del proceso", comenta.

El panorama

Con esos antecedentes, Florencia cuenta que "hay un cambio importante en la experiencia que traen los alumnos desde el colegio a la universidad. Es un quiebre importantísimo. Vienen muy protegidos escolarizados a entrar a la vida universitaria propiamente tal. Acá son unos alumnos más de la universidad. Tratamos de aportarle al máximo en esta vida universitaria, que la experiencia sea lo más integral y posible. Lo más diversa, participan de las fiestas de bienvenida, de Dieciocho, de gala, deportivas. Hemos ido generando adentro de la universidad lazos con otras carreras, con apoyo psicopedagógico, fonoaudiológico, también con las familias a través de trabajo social, pedagogía en inglés. Los mismos alumnos se han acercado a ofrecer talleres como musicoterapia, inglés. Se han ido sumando muchos actores a los procesos y de eso se trata".

Claro que, los desafíos que tiene la profesional son muchos como no ser la única opción para los jóvenes que tienen discapacidad intelectual para estudiar. Que otras casas de estudios los incluyan, así como también contar con beneficios estatales como becas.

"Nuestra meta es alcanzar la inclusión laboral de todos nuestros alumnos", cierra.

"Nuestra meta es alcanzar la inclusión laboral de todos nuestros alumnos".

Florencia Iriarte