Angélica Vásquez V.
Qué cosa más linda y tierna ver cuando los perritos se acurrucan para dormir, con el agregado de que eso lo hacen en cualquier lugar y a cualquier hora. Me llama la atención gratamente ver cuando a pleno día se instalan en las entradas de tiendas o locales algunos perritos y se convierten en pequeños budas. O sea, ya nadie los toca, pasan por el lado, tienen cuidado de no pisarles la colita o patita... se les ven bonitas sus guatitas. Y ver que ya saben dónde hay calefacción me parece tan ingenioso de parte de ellos que sólo tengo admiración y sonrisas... por favor, quitémosle el drama a esto. No me diga que necesitan un hogar. Por supuesto, pero no me atrevo a asegurar que todos estén sin ello. Porque nuestro hogar somos nosotros. Y me tomo de este ejemplo tiernucho para que podamos ver en qué momento somos budas sin saberlo. Convertirse en buda es lanzarse en la fe de que la vida se encarga de todo. Y que por instantes sagrados estamos así de intocables ante cualquier peligro o daño, en el lugar donde estemos, sea lo que sea que hagamos. Ser el buda o el perrito que duerme a la entrada de la farmacia, tiene un gran significado. No ningunee tanto lo que hace y lo que vive. Sentir la grandeza que se nos entregó y jugar con la maletita de herramientas tan misteriosa que está ahí al ladito, tiene su riesgo. Pero si pone la mano en su corazón, y siente su latido, ya es un recordatorio importante de que le corresponde estar aquí... En fin, ya sea como un perrito, un buda o mejor aún, como usted mismo, sepa que este juego sigue. ¿Dónde está lo espiritual acá? ¡En todo caramba! Ni pierda tiempo en sentir que aquello llegaría sólo si tuviera una rigurosidad extrema… no, no va por ahí. ¿Y ha pensado en que tampoco es casualidad que perritos y gatitos y animales en general sean tan respetados ahora? "Conciencia ". Conciencia colectiva, fabulosa conciencia. Efecto espejo. Lindo ¿verdad? Cariños y amor para todos. ¡Seamos el buda que queremos ver!