Locales comerciales de la Villa San Pedro luchan por vigencia
Antiguamente, los negocios del barrio eran un punto de encuentro para la comunidad, que podía disfrutar además de sus patios interiores. Actualmente, sólo unos pocos atienden público, y el resto se transformó en oficinas o casas.
Un recuerdo recurrente de quienes crecieron en la Villa San Pedro es haber ido a comprar a los almacenes que estaban en los locales comerciales construidos al mismo tiempo que el conjunto habitacional, a mediados de los años 60.
Almacenes, carnicerías y otros establecimientos fueron, durante décadas, un punto de encuentro para los vecinos, que no sólo compraban en estos lugares, sino que también podían disfrutar de sus patios interiores, que generan espacios como pequeños mercados.
Con los años, los puestos comerciales han ido bajando sus cortinas, y mientras unos pocos siguen funcionando con atención de público, la mayoría se han ido transformando en bodegas, oficinas comerciales o incluso casas o departamentos particulares.
Local emblemático
Corría el año 1981 cuando la familia de Carmen Vergara decidió poner una panadería en San Pedro de la Paz, y eligieron unos de estos espacios ubicados en Jerónimo de Vera, esquina Alonso Sánchez, en la Villa San Pedro.
Originalmente, ella no tomaría parte del negocio, sino su hermano Leonel, quien al poco tiempo falleció, lo que la llevó a sumarse a sus papás en la panadería "Leo Pan", en honor de su padre y su hermano.
"Empezaron mis papás a principios de los '80, y yo trabajé con ellos bastantes años hasta que ya no pudieron, y entonces seguí yo, y creo que voy a ser la última", cuenta Carmen, entre medio de sus labores en la cocina del local.
Relata que la clientela principal son las mismas familias que viven en la villa, y sus hijos... y los nietos. "También hacemos reparto, pero esto es generacional, o sea, vienen los hijos de quienes fueron nuestros clientes, y también vienen niños de los colegios cercanos y compran sus dulces", señala.
No únicamente la oferta, sino las recetas, se han mantenido por décadas, en un esfuerzo grande por seguir funcionando.
Carmen describe que "antes de que se instalaran locales más grandes, nosotros éramos el negocio más importante por acá, hacíamos cualquier cantidad de panes y pasteles, y así nos hemos mantenido hasta el día de hoy, como negocio de barrio".
La atención es en horarios tradicionales, a partir de las 8.00 de la mañana, y de lunes a sábado, día en el que cierran más temprano, para descansar.
En los otros negocios de la edificación sampedrina hay venta de productos de aseo, un local de comidas, un local de sushi y hasta un hotel boutique, mientras que uno fue transformado en departamento.
Según Carmen, que es pastelera de su propio negocio, hay clientela fiel, pese a que se han abierto muchos recintos comerciales cercanos.
El secreto, asegura, es el trabajo y la constancia: "Me levanto a las cinco de la mañana y a las cinco y media tengo que estar acá, nuestros dulces son los mismos desde hace años, y mantenemos la misma calidad".
Enfatiza que "los estudiantes son nuestros grandes clientes, así que se nota la baja en las ventas durante las vacaciones, o cuando se van a paro".
Invertir en locales
A los costados del eje Ambrosio O'Higgins hay varios de estos edificios comerciales, la mayoría de ellos transformados en oficinas o casa habitación.
Una de las que sobrevive parcialmente fiel a lo que era su destino original es la unidad ubicada en Ambrosio O'Higgins con Los Peumos, donde funciona un local de comida, un par de peluquerías, un taller de mueblería y oficinal comerciales.
Claudia García, ingeniero forestal de profesión y dedicada al corretaje de propiedades, es dueña de algunos de los inmuebles, tras adjudicárselos en un remate, hace poco más de una década.
"El beneficio que se le puede sacar a los locales y aportar a la comunidad es mucho, y además son baratos de arrendar, algo especialmente bueno para los emprendedores, porque estos siempre fueron pensados como locales comerciales", cuenta.
Nacida y criada en San Pedro de la Paz, a Claudia siempre le gustaron los locales comerciales, y logró comprar cuatro de siete que componen la unidad. "Estoy interesada en comprar uno más que está en venta y me encantaría comprar los otros dos, pero no se puede, no los venden", sostiene.
De su propio bolsillo ha ido recuperando espacios y arreglándolos, porque cuando comenzó, estaban muy deteriorados.
"Cuando llegué, en 2007, estaban las cuatro entradas al patio interior abiertas, yo trabajaba hasta las 9.00 o 10.00 de la noche y había una delincuencia tremenda", recuerda la propietaria.
Como era habitual que ingresaran desconocidos al espacio interior ("hasta de motel lo ocupaban", acota), ella y otros propietarios decidieron cerrar las entradas, "pero no se puede construir sobre un espacio común, y eso mismo genera dificultades a la hora de gestionar patentes en la municipalidad".
Pese a todas las dificultades, Claudia García ve en los locales comerciales un gran potencial, "esto estaba completamente botado y abandonado, requirió trabajo, pero vale la pena y es rentable, definitivamente", agrega.
Valor arquitectónico
El arquitecto Luis Darmendrail, especialista en temas patrimoniales, comenta que "los locales comerciales no eran sólo negocios porque sí, tenían patios y senderos interiores; el recorrido, el desplazamiento de los vecinos era muy importante".
"Cuando uno ve los planos de la Villa San Pedro, uno se da cuenta que, desde sus inicios, son obras realmente integrales y que tienen todo un contexto asociado al modo de vida", plantea el académico, "todo en función de este ideario moderno de la arquitectura, de la super manzana", agrega.
Darmendrail destaca el rol de los arquitectos Raúl Farrú, Roberto Merino y Enrique Porte, que trazaron la Villa en terrenos que "eran chacras y fundos, y que pasaron a ser una ciudad totalmente sofisticada, y ése es el gran valor que tiene la Villa San Pedro".
"Al igual que muchos otros proyectos urbanos desarrollados por la Corvi en ese contexto, entre la década de los '50 y los '60 son proyectos realmente integrales, donde no sólo se veía el concepto de habitar, sino que además estaba toda una idea aplicada respecto del modo de vida, las dinámicas sociales, y que contemplaban también el comercio y los puntos de reunión social", enfatiza.
Aquello explica la integración de áreas verdes, plazas, y otros espacios públicos, "los locales comerciales proyectados en la villa san pedro son muy importantes porque son parte del proyecto integral que contempló la Villa".
En ese sentido, la ubicación y disposición de los locales comerciales fueron cuidadosamente pensados y planificados, "no eran sólo negocios porque sí (...) todo tenía que estar formando una especie de ciudadela, que es también interesante, cómo fue configurando a San Pedro".
En ese sentido, si bien Darmendrail reconoce que han habido cambios en los últimos años, en general los espacios de la Villa se han respetado.
"A mi juicio, como arquitecto y como persona involucrada en todo este tema del patrimonio, creo que el valor de la Villa San Pedro va en la arquitectura, en el desarrollo urbano, en los modos de vida y en cómo ha quedado presenta esa imagen a o largo del tiempo", finalizó.
"Antes de que se instalaran locales más grandes, éramos el negocio más importante por acá".
Carmen Vergara,, Panadería Leo Pan
"Cuando llegué estaban las cuatro entradas abiertas, y había una delincuencia tremenda".
Claudia García,
propietaria