Angélica Vásquez V.
Era chica y estaba viendo una revista... todavía recuerdo el impacto que me produjo ver la fotografía de un ave cubierta totalmente por petróleo. No entendía cómo le habían sacado una foto y no la habían ayudado. Se lo comenté a alguien y se rió... siempre me quedó dando vueltas esa imagen, por mucho tiempo. Relato esto porque lo que brota natural de un niño es siempre compasión, deseos de ayudar, sorpresa e impacto. Y a medida que pasan los años eso pareciera que se va perdiendo. Las personas le temen a mostrarse vulnerables, a expresar sus emociones, a sentirse impactados, incluso dicen "ya nada me sorprende". Pero no es verdad, todo nos debe sorprender a diario, lo bonito, lo feo y lo malo. Ha sido el poco involucramiento (nueva palabra) en todo lo que ha causado tragedias en nuestra vida y en nuestro país. De los noticieros ni hablar, sólo un catálogo confuso de una vida extraña. Pero la compasión es una forma de amor, mejor dicho, forma parte de una personalidad más despierta, más viva, de esas que se necesitan. Sentir compasión por nosotros mismos por ejemplo, es una forma de amor y de arreglar las cosas en nuestro caminar. Luego al cubrir esa cuota de autocuidado la extendemos hacia los demás. ¿Cómo no va a ser bonito que nos brillen los ojos por algo que le sucede a otro ser humano? ¿Cómo no va a ser bello desear que el otro esté bien, que todos estén bien, que cada uno viva su experiencia de una manera bonita? Me pasa siempre con casos que veo una y otra vez, pero todos han sido casos y situaciones que me han identificado ya sea por algo vivido o porque simplemente me conecto más fácil con ciertas cosas. También me ha tocado recibir maravillosas muestras de amor compasivo hacia mí, generalmente de personas que no esperaba y así nos vamos relacionando y compartiendo algo tan bello que está en nosotros. Otra razón más que reafirma lo poco trascendental de buscar fuera. Tantos tesoros por descubrir aún en nuestro interior, nuestro sagrado Templo. Seguiremos aprendiendo durante toda nuestra existencia, ¡qué cualidad más linda Dios mío! Si no recuerda mucho de qué se trata, observe a un niño, observe la Vida, no parará de enumerar ejemplos. Compasión es belleza pura, y con pasión ¡muchísimo mejor! Somos sagrados. ¡Vamos que se puede!