Alfonso Levet G.
Dos horas y media de ida desde Punta Arenas, y otras dos y media de vuelta, recorren diariamente los familiares de los tres tripulantes -dos de ellos de Lebu- desaparecidos tras el hundimiento de la barcaza Navsur IV, el 5 de mayo pasado en el Seno Skyring, en Magallanes.
"No movernos del lugar es una prioridad, y no vamos a parar la búsqueda hasta saber si los cuerpos están o no dentro de la embarcación, que está hundida a 106 metros de profundidad", señaló vía telefónica a La Estrella, Natalie González, hermana de uno de los dos tripulantes lebulenses.
El plan de reflotamiento fue presentado por la empresa el 22 de mayo y aprobado por la Armada al día siguiente, sin embargo, el equipamiento necesario para completar la maniobra de reflotamiento aún no llega a Magallanes.
"No se ha visto celeridad para el reflotamiento y los apoyos se fueron acortando, hasta que las familias pedimos a la Armada respetar el compromiso de búsqueda hasta el reflotamiento", manifestó.
Durante los últimos días, han tenido apoyo del Ejército, cosa que los mantiene esperanzados. "Los militares han hecho un trabajo súper minucioso, diferente al anterior", añadió.
Las características del amplio territorio que cubre el Seno Skyring, así como las fuertes corrientes marinas, sólo han dificultado la búsqueda. "Caminamos varios kilómetros al día, y puede que un día no se encuentre nada, y al otro pasas por el mismo lugar y aparecen cosas que antes no estaban, como tambores o plásticos", sostuvo.
Con todas las dificultades que han enfrentado, y sumado a que según González, "la empresa no ha estado presente 100% en el lugar, sino que envía a un representante a ver qué necesitamos", las familias se pusieron un plazo para permanecer allá.
"Vamos a cerrar el ciclo el día que refloten la barcaza, tampoco vamos a buscar para siempre. Si los cuerpos no estuvieran ahí, se va a hacer una misa", declaró la hermana.
Sacerdote amigo
Esa eventual misa, sería oficiada por el sacerdote Orlando Henríquez Chávez, de Coronel, el Padre Nano, quien dijo que "cuando supe de la tragedia, me llamó la familia y me pidieron apoyo espiritual, y que pudiera rezar".
Con el correr de los días, el sacerdote se decidió a viajar. "Fui por una semana y acompañé a la familia, que son gente de fe y de lucha; los acompañé espiritualmente, entregando consuelo y esperanza".
"Me comprometí a volver, para cerrar el ciclo con una eucaristía, va a ser un momento duro", indicó.
35 días duraría la maniobra de reflotamiento, dependiendo de las condiciones del tiempo.