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Súper funcionaria recorre el Biobío con su oficina móvil

Alejandra Leiva es asistente social del IPS y es la encargada de llevar el servicio a zonas rurales. Además de manejar, ella hace el trabajo de mecánica y se aplica con todo para cuidar su vehículo.
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Karen Loreto Retamal

Lo primero que hace al llegar en la mañana es chequear las rutas que debe tomar, verificar que los niveles de su vehículo funcionen a la perfección, que tenga combustible y que las luces no estén quemadas. Es una revisión completísima, que también incluye que el sistema informático del automóvil también opere normal. Alejandra Leiva es asistente social y desde 2013 es la conductora de la Oficina Móvil del IPS, que recorre 15 localidades entre Biobío y Ñuble.

Más de 2 mil kilómetros transita al mes y hace unas 8 mil atenciones al año. Es que la profesional aparte de atender al público, también se preocupa de su particular oficina al 100%. Sabe de mecánica, de electricidad y también de informática. Nada puede quedar al azar cuando se moviliza en su Fiat Ducato.

"Pasé de estar en una oficina, a estar diariamente en terreno. Como asistente social siempre estoy en contacto con la gente, pero esto es distinto. Estás de la mañana a la tarde en la calle. Mi oficina es la oficina móvil que es donde yo me desempeño. Tengo todo ahí. Me tengo que preocupar de todo. Esta está adaptada para funcionar con electricidad. Si vamos a una localidad que no lo tiene, tenemos un generador, por lo tanto tiene que estar operativo, tener bencina y funcionar correctamente", relata.

Para Alejandra esto es un constante aprendizaje, "en lo mecánico, tuve que aprender a detectar los ruidos, determinar los riesgos, porque puede ser peligroso emprender un viaje en una ruta larga, hay que estar siempre atento", dice.

Eso sí, cuenta que "cuando una mujer maneja un vehículo tan grande, la gente te mira. Hay un prejuicio. Pero yo estoy acostumbrada. Es un vehículo grande, tiene dimensiones distintas, no funcionamos con espejo retrovisor, solo los laterales, por eso uno ya sabe cómo girar, los espacios y que no todos están acostumbrados. Uno tiene que adaptarse, costó al principio a pesar de manejar siempre. Fue como manejar un vehículo nuevo, lo haces con precaución y lo con más seguridad".

Su labor nunca para, ni cuando existen temporales, porque -según explica- existe un compromiso con las familias, que dependen de su atención. "La gente sabe que vamos a ir y si no lo hacemos, ellos pierden su atención. A veces vienen del campo, de zonas muy alejadas, no les podemos fallar. Nosotros entregamos los mismos servicios que da el IPS de forma presencial, solamente que nosotros no manejamos el tema de los valores, es decir no vendemos bonos de Fonasa, pero sí le podemos entregar el prefolio para que comprar en una caja vecina. No hacemos los cheques, pero vemos los poderes de las pensiones básicas solidarias, las cargas, los bonos del estados, certificados del Ministerio de Desarrollo Social. Cualquier duda los orientamos", detalla.

En concurso

Es ese trabajo el que la tiene entre las finalista del concurso Yo Sirvo a Mi País, donde se puede votar hasta el 6 de junio a través de yosirvoamipais.cl.

Ese estatus es algo que motiva a Alejandra Leiva, pero que también fue una sorpresa agradable, ya que se lo toma como un reconocimiento a su labor. "Ya me siento ganadora, de verdad, desde el momento que me postularon, porque cumplía los criterios. Cuando pasé a la otra etapa, lo encontré maravilloso. Sentir ese reconocimiento y la gratitud de la gente, me doy por pagada. Me siento súper feliz", dice, agregando que "me levanto con una sonrisa, muy plena. Cada uno en la posición que está en el lugar de trabajo puede contribuir para una sociedad más justa. La gente siente cuando uno la escucha, lo mira a los ojos. Lo sienten real. Estar con la gente es algo que me satisface muchísimo".

Incluso en Santa olga

Alejandra Leiva no para. Recorre cada día diversos rincones de la región y también de Ñuble, sobre todo aquellos que están más apartados de lo urbano. Ella, al llevar más de un lustro sirviendo, ya conoce a sus usuarios, quienes siempre la reciben de la mejor forma. Según cuenta, "la gente es muy amorosa, nos espera con una sonrisa, por eso nosotros le retribuimos con una y estamos constantemente preocupados de ellos, porque nos entregan calidez. Ese servicio que le entregamos a la comunidad tiene que ser de calidad y de cercanía", señala.

Su trabajo es integral, comenta, pues no solo se enfoca en tratar con la gente, sino que también en la conducción, la mecánica, atenta a los trámites. "Tenemos que prestar ayuda oportunidad, más que eficaz, ser eficientes. A veces la gente necesita palabras de apoyo, sobre todo en momentos de contingencia", indica.

Es más, ella estuvo en Santa Olga cuando el pueblo fue devastado por los incendios. Iba por dos días, pero estuvo alrededor de siete días. "Fue una experiencia maravillosa", confiesa, añadiendo que "hay un cercamiento con la población. Si bien estaban tristes, estaban optimistas y te lo contagian. Que uno les entregue más apoyo y que todo iba a salir bien, les subía el ánimo. Estuve más días porque no me podía volver sin ayudarlos".