El año 1994 la UNESCO declaró el 17 de mayo como Día Mundial del Reciclaje, con el principal objetivo de concientizar a los habitantes de todos los países respecto de las ventajas de gestionar en forma adecuada los residuos que generamos, evitando así daños a nuestro entorno.

Si bien el reciclaje es la última etapa en la jerarquía de la gestión de los residuos, es un concepto que engloba un sentimiento y una motivación por parte de la comunidad en relación a las acciones concretas y visibles sobre una problemática ambiental que nos afecta directa o indirectamente a todos.

Sin embargo, la brecha que existe en lograr niveles de comprensión de los efectos de una mala gestión de residuos aún es amplia y nos invita a poner nuestro mayor esfuerzo en la educación ambiental y conocer la importancia de no generar residuos.

De igual modo, debemos entender el valor de reutilizar aquellos materiales que descartamos en nuestras actividades cotidianas y tener en cuenta que el reciclaje implica someter el material de descarte a otros procesos, que igualmente requieren de recursos naturales para ser llevados a cabo.

En consideración a lo anterior, la mejor gestión que podemos hacer sobre un residuo es evitar su generación, pero esto implica un cambio radical en nuestras conductas de consumo, que deben estar guiadas por procesos educativos mucho más profundos.

La celebración del Día Mundial del Reciclaje es también un llamado urgente a la toma de conciencia y una invitación a la participación de la comunidad en la mejora de nuestra calidad de vida, centrada en el respeto de nuestro entorno y en la educación de la población. De esta manera lograremos frenar el deterioro de nuestro Planeta Tierra.

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