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Penquista relata cómo el rescate de un ave dio la vuelta al mundo

La ilustradora Nicol Sepúlveda revivió con un hilo en Twitter la historia de "Chicha", polluelo que cuidó hasta que éste decidió emprender el vuelo.
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Karen Loreto Retamal

En redes sociales, Nicol Sepúlveda es conocida por sus entretenidas ilustraciones y su libro "La vida de Nicol". Sin embargo, en las últimas semanas una historia de "supervivencia" la ha tenido dando vueltas en portales de noticias nacionales e internacionales.

Un tuit fijado en su Twitter que data del 25 de abril dice: "Historia de Pioji: Un pajarito recién nacido estaba a la salida de mi casa en el cemento. Una tía lo vio y empezó a gritar que estaba vivo y me pidió que intentara devolverlo al nido. Lo intenté pero era imposible y con esa cosa tan pequeña en mis manos no supe qué hacer".

Así parte el relato que la kinesióloga de profesión cuenta nuevamente con emoción. "Se viralizó", dice de entrada antes de comenzar a complementar la información de su unión con "Chicha" en diciembre pasado. "Al principio fue raro tomar un polluelo recién nacido, sin plumas. El nido estaba en el entretecho y no alcanzaba a pasar una mano. Me quedé con el pajarito en la mano. Pensé: qué hago con esto. Lo vi respirando, así que se me ocurrió ponerlo en un lugar calentito y ver qué podía comer. Pensé en avena molida con agua tibia, que se lo di con una jeringa", dice.

Preguntó en Twitter sobre pájaros y le enviaron un enlace de un blog sobre todo, pero absolutamente todo de pájaros que la ayudó a hacer bien las cosas.

"Me puse las pilas cuidándolo. Al principio pensé que se me podía morir. Me despertaba en la madrugada para ver cómo estaba. La primera noche pensé que estaba muerto, pero no. Así me propuse fuertemente cuidarlo. No salí de mi casa para cuidarlo... Igual estaba trabajando en mi agenda, así que todo se dio", señala.

Lo cuidó como si fuera su madre. Se especializó en lo que debía comer y siempre lo tuvo calentito y con guatero. De a poco le empezaron a salir plumas y comenzó a crecer. "Todos los días era algo diferente, iba creciendo más, abría los ojitos. Mi sobrina de cinco años vivió el proceso de cerca conmigo y estuvo muy comprometida. Le sirvió para que ella también aprendiera a cuidarlo".

Se empezó a hacer más fuerte y comenzó a volar. También se apegó a Nicol. "En mis manos se sentía cómodo, pero si eran otras manos, se cambiaba. Lo primero que hizo cuando le salieron las plumas y caminó, se puso en mi hombro. O siempre que salía volaba a mi hombro, le encantaba estar ahí", cuenta.

Al principio, pensó que era un zorzal, pero luego descubrió que era una gorriona. Según recuerda, "se veía de patas largas, pero era gorrión. Y estaba muy cercano a mí. Era como si yo hubiese sido su mamá. Me di cuenta que si seguía así, nunca se iba a liberar. Además, tengo cuatro gatas en mi casa, por lo que no era un lugar para ella".

Comenzó a sacarla al patio para que se aclimatara. Y resultó. "Todas las mañanas, como era verano, la sacábamos al jardín y la poníamos en un limón que teníamos. La dejábamos libre para que anduviera y piara".

Un día, sin embargo, "había un gorrión que se acercó por fuera de mi casa y yo no andaba con las llaves para salir. La Chicha fue y salió fuera de la reja a ver al gorrión. Pensé que iba a entrar, pero en lo que fui a buscar las llaves, pasó un auto y los pajaritos salieron arrancando. No vi más a la Chicha. Salí a buscarla y no la encontré", relata. Le dejaron su jaula abierta por si volvía, pero no lo hizo.

La enseñanza

Para Nicol, que la historia de su pajarito traspasara las fronteras fue impensado. "Lo hice porque la gente me preguntaba en Twitter qué había pasado con Chicha. Estaba buscando unas fotos y vi que estaban las de ella. Así que se me ocurrió hacer un hilo y contar la historia para que no me preguntaran más, jajajá. Y porque la gente lo pedía y lo extrañaba. Pensé que llamaría la atención de la gente de mi Twitter", comenta.

Mucha gente le ha dicho que ha llorado y compartido la historia. "Es una enseñanza súper bonita, porque nosotros no prestamos la atención a esos animales, somos animalistas de perro y gato pero hay más animales. El hecho de tener empatía con algo tan pequeñito que muchos dejan morir. Pero qué pasa si te dedicas y lo cuidas. Creo que esa es la lección más grande que quizás sembré en la gente y le queda. No se imaginan que un pajarito salvaje se apega a la persona. Y bueno, dio la vuelta al mundo, hasta en España. Se hizo famosa la Chicha y ese no fue mi objetivo", dice.

-¿Tienes ganas de hacer algún tipo de ilustración?

"He pensado en eso. Mucha gente me sugiere incluirla en un libro para niño o replicar la historia para los niños para ayudarlos a tener empatía con los indefensos, porque eso se debe enseñar desde chiquititos. A mí me enseñó hartas cosas. Ya no miro igual a los pajaritos en la calle. Veo a los gorriones y pienso que puede ser la Chicha. Un pajarito me marcó la vida, no creo que me pase de nuevo. Para mí fue un milagro que pudiera sobrevivir".