En nuestro sistema de salud tanto público como privado, existen servicios con pacientes en riesgo vital como ocurre en las unidades de cuidados intensivos. Hace ya algunos años, el fonoaudiólogo forma parte importante del equipo de rehabilitación. Toma decisiones relevantes, rehabilita funciones alteradas y mejora la calidad de vida de aquellos pacientes que se encuentran con dificultades para respirar, tragar, comunicarse, producir la voz, focalizar la atención o usar la memoria. Sin estas funciones, la calidad de vida se vería inmensamente afectada, y la sobrevida también en situaciones vitales como ocurre en alteraciones de la alimentación y de la respiración.

El poder expresar las ideas, los deseos y los sentimientos en una situación de estrés por un estado médico complejo es primordial para que los pacientes disminuyan su ansiedad y puedan dedicarse a su rehabilitación. El volver a comer luego de no haberlo hecho por días, semanas o incluso meses es tan importante y significativo como volver a producir la voz luego de no haber podido hacerlo en un tiempo similar. Así como ocurre también al volver a respirar de forma espontánea sin la necesidad de un ventilador. Son logros para los pacientes, para sus familias, y para el equipo de la unidad de cuidados intensivos.

Es por esto que el fonoaudiólogo debe pertenecer a las unidades intensivas e intermedias porque estas funciones deben tratarse lo antes posible, y porque el expresar ideas o sentimientos, el comer, el recordar cada aspecto de la vida o acceder a los nombres de los familiares es parte del camino exitoso de recuperar lo perdido tras un evento que pone en riesgo la vida del paciente.

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