Secciones

Angélica Vásquez V.

E-mail Compartir

Esa serie de TV súper famosa, y que nunca me gustó mucho, fue un salvavidas que no esperé encontrar. Un día haciendo zapping me quedé pegada con la serie y me reí con el alma. Ahora que ya expliqué el título, quisiera contar esa forma tan bonita e ingenua de entregarle tanta importancia a personas o situaciones que no debieran ser tan relevantes en nuestra vida. En realidad quisiera preguntarles si han destinado tiempo a permitirse sentir. Hoy martes, después de superar un lunes agitado… ¿se han permitido sentir sus emociones? ¿Se han felicitado por ser como son? ¿Se han dado cuenta de que es un buen momento para liberarse de expectativas ajenas? Porque he ahí la madre del cordero, es de vital importancia que hoy, por ejemplo, se preguntaran con la mano en el corazón si necesitan seguir con ese estrés de cumplir con los demás: pareja, amigos, hijos, vecinos, tíos, compañeros de trabajo, conocidos, contactos de redes sociales... Seguramente dirán que no importa, que no viven para ellos, pero ahí hay harto paño que cortar. Es que a veces lo tenemos tan incorporado, por ejemplo con los "es que no quiero que se enoje", "no quiero hacerla sentir mal", "no sé cómo decirle"... ¿le suena? Así, varias frases que en realidad son actitudes y que van de la mano con querer cumplir las expectativas de los demás. Pueden gestarse por amor y empatía, pero a la larga y si no está consciente harán que estemos perdiendo energía, olvidándonos de sentir, olvidando que nuestra Vida también va sucediendo. El sentir nos eleva, nos permite aclararnos y ¡uff! ¡cuánto peso de encima nos saca! Es así, y si de la mano con eso nos otorgamos el espacio para saber que podemos estar satisfechos con nosotros mismos y que simplemente nos permitimos sentir, habremos dado un gran paso. ¡Me amo y me acepto! Que ese mantra de L.Hay no pare de ser dicho. Me amo y me acepto, de aquí a la eternidad. O si lo prefiere, ¡al infinito y más allá!


Cómo conocí a tu madre