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Angélica Vásquez V.

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El famoso merkén, ese ají cacho de cabra que se ahúma, un elixir de nuestros ancestros mapuches de aroma único y sabor sublime que interviene en el sentido más místico posible en cada comida que me sirvo, en la ensalada, en las papás cocidas, en el pescado… bendito merkén. No se equivoquen, la columna no es de comida (aunque perfectamente podría), sino que grafico de esta forma la enjundia que le ponemos y debemos entregarle a la vida. Enjundia potente, con sabor con corazón, con entrañas, con pasión, emociones, ¡con todo! Enorme diferencia aquella la de condimentar o no nuestra vida. El camino es tan variado, pero al ser cocreadores vamos dosificando la cantidad de merkén que pondremos a la situación que vivamos. Mucho aliño arruinaría la comida, mucha emoción e impulso arruinaría nuestra esencia (creo yo). Pero sería mil veces peor no ponerle nunca nada a nada. Así de loco suena, así de fome sería. Para mí, condimentar la vida significa aplicar el aquí y el ahora, es regalar flores y hacer declaraciones de amor, por ejemplo. Es saltar de alegría por una buena noticia y por un descuento sorpresa en una tienda. Pero claro que va más allá, también es llorar por situaciones que nos sorprenden, sean nuestras o no, finalmente todos somos uno. Y la lista es larguísima, como corresponde. Para mí ponerle merkén a todo cambió mi forma de saborear un alimento, activó mi metabolismo, casi me siento más fuerte y lo mismo hizo el "merkén cósmico" (qué lindo suena) en mi vida. Todo tiene un mejor sabor... todo es presente, todo es ahora, y así no me voy perdiendo nada del mensaje mayor que me envían desde arriba. Y nuestro querido merkén no sólo sazona sino que sentir su aroma es un nirvana, un ¡oh la la! que sale solito. Así imaginarse cómo podemos sacarle el jugo a lo nuestro no tiene límites. "Sabor y aroma" ¿qué mejor? Todavía recuerdo esa casa en el campo donde preparaban merkén para vender... era entrar al cielo. En eso estoy, en eso estamos... ¡en el cielo! No lo niegue, aunque reclame, usted sabe que es un ser divino...


A todo le pongo merkén

Angélica Ojeda: la mujer que promueve la cultura en la zona

La directora de la Corporación Cultural de San Pedro de la Paz busca que la zona tenga un sello más allá del rock.
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Karen Loreto Retamal

"Creo que la clave es hacer todo desde el corazón", asegura Angélica Ojeda, quien hace una década lidera la Corporación Cultural de San Pedro de la Paz, una que ha velado por generar espacios culturales en la comuna tanto para sus vecinos como de aquellos que vienen de otros lugares del Gran Concepción.

Pero también ha sido clave ser mujer, ya que gracias a eso puede multiplicarse y hacer miles de cosas a la vez y de muy buena manera. "Es un plus para poder trabajar en este tipo de actividades y funciones. Te implica hacer mil cosas a la vez y tener buenos resultados. Sí, cuesta en el camino por ser mujer. Pero quien está trabajando en cultura, tiene que tener mucha tolerancia a la frustración. Si no se tiene, no se puede estar soñando en tener un producto determinado que sea dificultoso. Tengo mucha tolerancia a la frustración. Soy una persona que me gusta emprender sueños", asegura, añadiendo una frase que le hace mucho sentido: "Educar al corazón para después fortalecer el futuro".

En el ADN

El lado artístico siempre ha estado presente en su familia. Si tuviera que pensar en algún legado en su ADN, Angélica Ojeda piensa de inmediato en su abuela. "Ella siempre cantaba y nos despertaba en las mañana. Ella era una cantante con rasgos líricos", recuerda.

Sin embargo, sus habilidades de producción de cultura se potenciaron en 1995. Comenzó a ayudar a la banda de rock Contradicción. "Se adjudicaron un premio y nos fuimos de gira a Alemania. Firmamos por Sony Music, que fue extraordinario. Empecé a hacer todo tipo de gestiones y me di cuenta de todas mis habilidades y que había mucha sensibilidad en el tema de cultura", relata.

Se unió a una productora e hicieron cosas muy desafiantes, cuenta, como hacer eventos en un mes y con grandes resultados. "Me di cuenta de las habilidades que uno puede tener cuando hay convicción", dice Angélica que giró como miembro por Portugal con Energúmeno.

Luego vendría la producción general del evento Octava Maravilla I y II en el Parque Ecuador. Tras esto, el alcalde de San Pedro, Audito Retamal, la llamó para liderar la Corporación, porque "siempre fui asesora entre el deporte y la cultura, que para mí tienen mucho que ver. Esa sensibilidad tiene mucho que ver".

En 2008 se hace cargo de la Corporación con un número de 50 alumnos, con tres disciplinas. El 2018 terminaron con 380 alumnos. "Está la idea de que esto se convierta a un espacio asociado a la matria, que es un lugar que recuerdas con amor y que te provoca una añoranza. Trato de que la Corporación tenga ese sentido, por eso los que trabajamos acá buscamos eso".

Es ese sello, con seriedad y responsabilidad, que busca que la región no solo surja del rock, sino que sea una musical y creativa.

"Me siento plena, feliz, siento que me falta el tiempo jajajá. Siento que todo pasa muy de prisa, pero que el trabajo que estamos haciendo es muy bueno y está teniendo resultado. Creo que es necesario que pasen cosas extremas para que puedas disfrutar de lo que haces", asegura.

"Está la idea de que esto se convierta a un espacio asociado a la matria, que es un lugar que recuerdas con amor y que te provoca una añoranza"

Angélica Ojeda"