Angélica Vásquez V.
Creo que es una de las sensaciones más potentes que he sentido... pero me agrada. Puedo darme cuenta que el trabajo interno es lejos lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos. Todo esto a raíz de tantas situaciones en que nos vemos envueltos y que luego de haberlas aclarado y terminado como ciclo, podemos hacer el ejercicio de mirarlas desde afuera como en un cine (de los con sala premium). En este caso pude verme con claridad desde fuera y quedé sorprendida: me vi tan vulnerable, tan triste, tan confundida que tuve esa fuerte sensación de ir y abrazarme, de decirme ¡nada más! ¡Sal de ahí! Pero ¿saben qué? Ya lo había hecho, había salido, me había abrazado, y eso no tiene precio, sólo que no me había dado cuenta. Por eso quisiera recordarles que efectivamente se puede salir de una situación complicada aunque en apariencia creamos que no. Se comienza por aceptar que necesitábamos esa experiencia para despertar, para sanar heridas antiguas, y que desde ahí es otro mundo el que se nos abre. Hemos vivido con tanta ilusión que nos fuimos perdiendo la bella realidad, esa de la que somos cocreadores y por serlo somos responsables, pero no culpables, de las situaciones que decidimos vivir. Cuesta al principio porque a nuestra falsa y adorada sociedad le encanta vivir de estereotipos, expectativas, ilusiones, y todas las distintas formas de drogas que circulan al ladito nuestro. Pero ahí es donde vuelve a aparecer nuestra varita mágica. ¡Es que en verdad somos mágicos! ¡Qué cosa más linda! Lo que digo no es que tengamos que arrancar de cada experiencia fuerte o dolorosa, sino por el contrario permitirse la vivencia con todo, pues inevitablemente, como todo ser humano, tenemos un límite y será nuestro fondo personal e individual el que nos permita comenzar a salir a flote. Amar todos los procesos, es a eso a lo que nos resistimos y eso es lo que nos sanará. Y como no está demás, me vuelvo a abrazar y te abrazo. ¡Gracias!