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La primera selfie de la historia

Gracias a los celulares, parecen un invento del siglo XXI, pero tienen una larga trayectoria. Las más famosas fueron realizadas en 1966, por un ex Beatle.
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Néstor Flores F.

La reciente noticia de la mujer que sobrepasó la reja en el zoológico Wildlife World de Arizona, Estados Unidos, para tomarse una selfie junto a un jaguar, dio la vuelta al mundo. El felino la atacó y dejó gravemente herida, pero de alguna forma le perdonó la vida, pues tras el asalto inicial evitó morderla y proseguir con los fuertes manotazos, y solo la mantuvo arrinconada por largos minutos.

Según Mickey Ollson, director de la institución, no había sido ésta la primera vez que alguien trepaba por la red de fierros para realizar la misma acción: tomarse una selfie. "No hay manera de evitar que la gente salte las vallas. Pasa de manera ocasional, nosotros ponemos obstáculos considerables, pero si la gente los salta, se pueden meter en problemas", dijo.

Pues meterse en problemas parece ser una condicionante inherente para muchos a la hora de tomarse una selfie. Estadísticas de unos meses atrás reportan que al menos 260 personas murieron -entre 2011 y 2017- tomándose una selfie en lugares riesgosos o en situaciones que podrían resultar peligrosas.

Incluso variadas instituciones de renombre, como la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, sugieren indicar "zonas prohibidas para selfies", con letreros o banderas rojas, tal como se mencionan las playas no aptas para baño.

Entre esas más de 260 muertes, la mayor cantidad corresponde a accidentes de tránsito y caídas desde grandes alturas. En menor medida aparecen electrocución y manejo descuidado de armas de fuego, además de los ataques animales, como en el caso del zoológico de Arizona. Un 72% acontece con 'fotógrafos' hombres. Y la mayor parte de ellas sucede en Rusia, Pakistán y Estados Unidos.

El estudio consigna otro factor en este colosal aumento: la frecuencia con que todo el mundo se quiere tomar una selfie. Décadas atrás era casi imposible. Hoy, sin embargo, gran parte de la población adulta del mundo cuenta con un aparato celular, y ese aparato celular, casi siempre, posee una cámara fotográfica incorporada entre sus innumerables virtudes.

El pasado de la selfie

En 1839, 180 años atrás, Robert Cornelius, hijo de inmigrantes holandeses, químico aficionado y destacado pionero de la fotografía, residente de Filadelfia, Estados Unidos, instaló su vetusta cámara en el patio trasero del negocio de la familia.

La cámara en cuestión, sin marca, había sido desarrollada por él mismo, a partir de una caja de lata y los cristales de unos prismáticos de teatro. Luego, Cornelius, que en ese momento tenía 30 años, quitó el lente de la cámara, corrió hacia la posición a la que apuntaba el lente y se mantuvo quieto durante un minuto y treinta segundos. Acabado ese tiempo, corrió de regreso y tapó el lente.

Terminado el proceso, en la parte trasera de la imagen garabateó las siguientes palabras: "He aquí la primera imagen de luz que se haya tomado. 1839". Y en efecto fue así, pues está considerado el suyo como el primer autorretrato de todos los tiempos.

De muchacho, este creativo e inquieto empresario sintió una fuerte atracción por la química, especialmente inspirado en su padre y su negocio: el chapado en plata y pulido de metales. Con esos conocimientos se acercó a la fotografía, creando uno de los primeros estudios norteamericanos de los que se tenga registro. Pero, con el pasar de los años, más casas fotográficas fueron apareciendo y las cámaras, aunque enormes, adquirieron cierta popularidad, obligando a Robert a cerrar su empresa, pasado 1855.

Para vivir, se dedicó por completo a la industria de alumbrado a gas que había fundado su familia. Falleció en su natal Filadelfia a los 84 años, luego de tener una feliz familia con nada menos que ocho hijos.

Aunque la selfie de Cornelius es la más antigua del mundo, no es la más popular. Más aun: la que más fama arrastra no es una selfie, sino una serie de ellas. Y fueron tomadas décadas antes de la aparición de los smartphones, nada menos que por el Beatle George Harrison, en 1966, en su gira por India. En ellas, el genio musical posa en distintas partes del místico país -que tanto lo marcara en el futuro-, como el Taj Mahal y otros lugares.

En las fotos del viaje en el que conociera y aprendiera a tocar sitar, Harrison posa de manera normal, apareciendo desde arriba del cuadro, y hasta en una enrojecida puesta de sol, en una imagen que aun no devela si fue producto de una rara reflexión del momento o gracias a un improvisado filtro que George hubiera utilizado .