Los niños del 27F cuentan sus recuerdos tras el terremoto
Siendo adultos, estos jóvenes recuerdan los esfuerzos de sus mayores para evitar que la tragedia los afectara. Juegos y excursiones los distraían, pero son conscientes de los sacrificios que soportaron sus padres y abuelos.
Guardada en la casa de un familiar, y esperando nunca tener que usarla de emergencia, la "carpa rusa" es uno de los recuerdos que la familia Macaya Gutiérrez guarda de los días post terremoto de 2010, en el Morro de Talcahuano.
Denisse Macaya Gutiérrez, que por ese entonces tenía 13 años, recuerda que tras varias semanas durmiendo en el cerro, su familia bajó para instalarse en las tiendas, "las habilitaron para cada familia, porque eran muy grande, por eso la tenemos guardada, por si acaso hace falta".
Hoy de 22 años, Denisse, cuenta que los días tras el 27F, "lo que más hacíamos era jugar, los adultos nos entretenían (...) no es bueno esconder las cosas a los niños, pero pasaban cosas muy fuertes, así que estuvo bien que lo hicieran".
De todas formas, asegura que una de las cosas que la marcó es que no hubiera comida, "estábamos acostumbrados a tomar una rica once, después del terremoto había comida pero justito, y que tus papás te tuvieran que dar de su comida, ahora que lo veo de grande, es super triste".
Un poco más chicos que su prima, Kevin y Sebastián Macaya también recuerdan que fueron días de mucho jugar y distraerse de la dura realidad que, ahora lo saben de adultos, enfrentaban los más grandes.
Días de excursión
"Somos gemelos. Teníamos 11 años y justo ese año ya habíamos entrado a clases, pero ese día nos quedamos compartiendo en familia hasta tarde, porque al otro día íbamos a hacer un asado que nunca se hizo", relata Kevin, hoy de 20 años y estudiante de Educación Diferencial en la Universidad Católica de la Santísima Concepción.
"La verdad es que, siendo niños, lo pasamos bien para el terremoto", confidencia el más locuaz de los hermanos, y explica que "estábamos todos a salvo, y los adultos se encargaban que no nos diéramos cuenta de que todo iba a cambiar, porque sí cambió".
Sebastián, que estudia Administración Gastronómica, complementa que "está muy marcado el antes y el después, a veces hablamos de lo que hacíamos antes o como era el barrio antes del terremoto".
La misma noche del terrmoto, los adultos, la mayoría pescadores, decidieron que había que evacuar hacia el cerro, aunque en el camino esperaron a la abuelita de la familia, en una multicancha completamente agrietada por los movimientos sísmicos, que no cesaban.
"Nos faltaban las cosas básicas, pero lo pasábamos super bien, como niños", relata Sebastián.
Ambos tienen grabado en la memoria el día en que llegó el equipo de televisión de "Laura en América", y hablaron con la gente del barrio, "en You Tube están los videos, por ahí salimos".
Aunque Kevin remarca que como eran niños, tienen buenos recuerdos que comparte con sus alumnos en su práctica, sabe que a otras personas no les gusta, "creo que es personal, a algunos les gusta recordar y a otros, obviamente no".
Huyendo al cerro
A pocas cuadras, Jean Chacano, hoy de 24 años, cuenta que era un poco más grande y recuerda que esa noche ayudó a un amigo que le pidió ayuda con una pega.
"Yo tenía 15 años. Fuimos a pintar las vigas de acero de un galpón y estábamos terminando la pega, cansados, cuando empezó a moverse todo", relata quien hoy trabaja en la pesca artesanal junto a su padre.
Con su familia, vivían en calle Venecia, y cuando se detuvo el movimiento telúrico, Jean corrió a su casa: "Mi papá estaba en shock y me costó que reaccionara. Mi mamá, que estaba embarazada, estaba en el patio, con mis dos hermanos chicos".
Siendo aún más chico, Jean había participado de un simulacro de tsunami en la escuela, y sabía que tenían 15 minutos para huir a un lugar seguro, como finalmente hicieron, "me acordé de eso, me había quedado grabado".
"Me acuerdo que estuvimos unos días en el cerro y después nos fuimos a un albergue", cuenta, "un día bajamos a buscar zapatillas para mi hermana, porque las perdió arrancando".
Aunque perdieron a vecinos y conocidos en el terremoto, la familia logró sobreponerse.
Tiempo después nació su hermano, Máximo Agustín, "se supone que mi hermano iba a ser medio hiperkinético... y en realidad es así", comenta, sonriendo antes de volver a la pega.
"Está muy marcado el antes y el después, a veces hablamos de cómo era el barrio antes del terremoto".
Sebastián Macaya"
9 años han pasado desde el terremoto y tsunami que afectó a Concepción y Talcahuano.